En la mayoría de los países se celebra este domingo el Día de la Madre. Aunque sea una celebración comercial que canta a la maternidad para vender más. Aunque todo esté dicho y no haya nada nuevo que decir. No importa. Hoy hay que hablar de ellas, de las madres.
También de los hijos y de los padres que las hacen madres. Vale decir, de las familias: de las que conservan el modelo tradicional, de las monoparentales, de las que provienen de parejas del mismo sexo. O que provienen de parejas unidas en matrimonio o de parejas de hecho. Y es que en todas ellas hay madres, hay padres, hay hijos. Como también abuelos y abuelas que se hacen cargo de los nietos y conforman con ellos una familia. Tan familia como la que está formada por un papá, una mamá y uno o más hijos. Todas son familias en las que se celebra a las madres este domingo.
A las que sonríen rodeadas de hijos y nietos y a las que lloran su ausencia. A las que comparten el oficio con el padre de sus hijos, y a las que tuvieron que asumir una familia monoparental. También a las que son amas de casa y a las que además de trabajar fuera del hogar tienen que ser amas de casa. A las madres adolescentes. A las madres por accidente y a las que recurren a la ciencia para poder llamar al hijo a la vida. A las madres adoptivas. A las que dejaron huérfanos a sus hijos a causa de una enfermedad o a causa de la violencia.
Que son responsables de construir país desde el hogar porque en sus hijos y sus hijas está el presente y se proyecta el futuro. Menuda responsabilidad, que como hija y como abuela me hace pensar en mi mamá, en mis abuelas, en las mamás de mis nietas y mis nietos. ¡Dios las bendiga!
Injusticias y bobadas
Hablar de las madres es hablar de las mujeres. De las injusticias que se cometen contra ellas. De las bobadas que se han dicho y se siguen diciendo sobre la maternidad. Injusticias y bobadas que nos creemos las mujeres y que las confirmamos con nuestros mensajes, convencidas de que así debe ser. Que las mujeres debemos ser dóciles, suaves, sumisas, coquetas, dependientes, abnegadas, tiernas. Que la mujer “se realiza” en la maternidad. ¡Pobres mujeres! Pobres hombres, también, porque con este cuento de la maternidad, cuando ella se convierte en madre, él pasa a ocupar un segundo lugar . Y pobres hijos, convertidos en objeto de realización para sus madres.
Ser mamá, como ser papá, es poder llamar a los hijos a la vida, acompañarlos a crecer, a descubrir el mundo, a asumir responsabilidades. Es amar sin límites, creer sin medida, esperar siempre y a pesar de todo. Por eso, ser hijo o ser hija es saber que alguien nos ama gratuitamente, que nos acoge, que siempre y a cualquier edad nos apoya y se preocupa por nosotros.
Y, bueno, había que hablar hoy y en este blog de ellas, de las madres y unirme a todas las celebraciones de este día. Por eso, ¡un feliz día para todas!