Patxi Velasco (Oviedo, 1973) es el inconfundible Fano, uno de los ilustradores más apreciados –y populares– del panorama religioso contemporáneo. “Me gustaría hacer mucho más, pero mi prioridad es la escuela y la familia, mi mujer y mis tres hijos, las mariposas que aparecen cuando firmo mis dibujos. No soy un dibujante cristiano, sino un cristiano que dibuja”, afirma. Sus trazos llenos de colorido y vida surgen como un continuo testimonio de Jesús: “Comencé a dibujar en mi parroquia para ayudar a la catequesis. Daba clases de Religión en un colegio de un barrio marginal de Málaga, con población que aún vivía en el analfabetismo, y necesitaba dibujar para poder transmitir de manera sencilla a los alumnos el mensaje de Jesús”. En ese colegio, el María de la O –del que ahora es director–, y en esa misma parroquia, Santa María de la Amargura, continúa enseñando.
“Toda catequesis, toda formación, se debe conjugar con el nombre de Jesús. Por ejemplo, educar en valores está muy bien, pero Jesús debe estar. Nosotros hacemos tres cosas en nuestra catequesis: enseñar con Jesús, orar con Jesús y querer ser como Jesús. Es el pilar, el centro de nuestra formación. Sin él, todo es un sucedáneo, Jesús está en todo. Podemos hablar de compartir, de solidaridad, pero si no hablamos de Jesús, nos quedamos en el envoltorio”. Por eso son célebres, por ejemplo, sus ilustraciones con el nombre de Jesús llenas de vida, de movimiento y de cercanía. “Me dicen que dibujo muchos corazones –explica–. Pues, claro. El corazón es el símbolo del amor. Y la historia del Evangelio, como la fe, es una historia de amor. El nombre de Jesús y la palabra Amor no pueden desaparecer, porque son nuestra fe”.
“Jesús es mi personal coach”
Fano es también un evangelizador que, más allá del los dibujos, divulga su testimonio como creyente, por ejemplo, en jornadas de formación para educadores, como la que bajo el título de ‘Educar la interioridad’ se celebrará el 30 de junio en Santiago de Compostela. “Jesús, mi personal coach. En realidad, lo de coach es la parábola de los talentos –manifiesta–. Nosotros tenemos una serie de talentos y un coach hace crecer y desarrollar esos talentos. Utilizamos la imagen de Jesús, porque encontrarte con él te hace crecer y ser quien eres en potencia. Eso es un poco el trabajo de un coach. Y Jesús es quien dignificó la vida de todas las personas y quien hizo que la viviéramos en mayor plenitud”.
La interioridad de Jesús como camino para una vida plena. Ese es el mensaje. “El encuentro con Jesús es un encuentro personal, y desde la acción interior, desde lo profundo. Me gusta mucho hablar de la diferencia entre meditar y contemplar. El que medita, encuentra el centro, encuentra el equilibrio. Pero el cristiano no solo medita, sino que desde su centro, desde su equilibrio, también se encuentra con el espíritu de Jesús. Por eso lo llamamos contemplación, porque dentro de mí, cuando me encuentro en mi interior, encuentro el espíritu del Señor y construyo un templo”, explica entusiasmado con una nueva posibilidad de enseñar su propio camino a la interioridad tras las jornadas de Madrid y Sevilla. “Lo que buscamos es que se produzca ese encuentro personal e íntimo con Jesús, que te permita encender esa interioridad”, recalca.