Lluvia

Chema Caballero(Chema Caballero– Misionero javeriano en Sierra Leona)

“A las mujeres de la zona también les viene bien que las carreteras estén en mal estado, porque así pueden vender comida, dulces o fruta a los resignados pasajeros que tienen que sentarse, por horas e incluso días, cerca de la carretera, mientras esperan que el coche o camión salga de su atolladero”

Mi compañero de comunidad, Paulin, está disfrutando de su primera estación de las lluvias en Sierra Leona y está asustado por el estado de las carreteras, que son auténticos lodazales llenos de camiones varados que exponen sus mercancías al borde del camino mientras decenas de personas intentan sacarlos del barro.

Los jóvenes de las aldeas cercanas a los puntos donde más camiones o coches se atoran están contentos, sin embargo. Los conductores los contratan para que les ayuden a sacar los vehículos y así ellos se ganan un poco de dinero extra, que nunca viene mal, empujando, cavando y metiendo troncos bajo las ruedas.

A las mujeres de la zona también les viene bien que las carreteras estén en mal estado, porque así pueden vender comida, dulces o fruta a los resignados pasajeros que tienen que sentarse, por horas e incluso días, cerca de la carretera, mientras esperan que el coche o camión salga de su atolladero.
Este año está lloviendo mucho y hay inundaciones en diversos países de África occidental. Ha habido muertos, aldeas destruidas y muchas personas han tenido que desplazarse y buscar refugio fuera de sus zonas. Y la lluvia sigue cayendo.

Parece que la lluvia también es mala para la agricultura, tanta agua está ahogando el arroz que no termina de salir. Los campesinos tienen miedo a que se pierda la cosecha, con el consiguiente hambre que eso conllevaría.

Mientras, los niños chapotean en los charcos, corren bajo la lluvia y se lavan en los chorros de agua que caen de los tejados. Los adultos, sentados en los porches de las casas y arropados con mantas, los miran y esperan a que escampe para poder continuar los trabajos en los campos. Nunca llueve a gusto de todos.

En el nº 2.676 de Vida Nueva.

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