En la encíclica 'Centesimus Annus' (1991), Juan Pablo II llamaba a una consideración discernida del capitalismo. Pero, por su propia naturaleza, el capitalismo es un blanco móvil: continuamente cambia y hace cambiar a las sociedades. Ese capitalismo que se transforma está experimentando turbulencias crecientes en virtud de un cambio tecnológico de fondo: la revolución digital. ¿Qué implica todo esto para la Doctrina Social de la Iglesia?