“Soy una persona muy feliz”. Es el resumen del estado de ánimo en el que se encuentra la religiosa Helen Prejean, hermana de San José de Medaille que saltó a la fama después de que su vida fuera llevada al cine de la mano de Susan Sarandon y Sean Penn en la película ‘Pena de muerte’.
Tras conocer que el pasado 2 de agosto se hiciera público que el Papa modificaba el Catecismo de la Iglesia para excluir la pena capital, Prejean, no solo aplaude la decisión de Francisco, sino que insiste en que “no hay excepciones sobre la pena de muerte”. Para ella, este cambio supone un reconocimiento por parte de la Iglesia “de la dignidad inviolable, incluso para las persona culpables que han cometido crímenes horribles”, lo que le hace adentrarse “directamente en el corazón del Evangelio”.
Flecos cerrados
“Ahora todos los flecos están cerrados, porque se recoge la pureza del Evangelio de Jesús: ‘No matarás’”, hace hincapié la experta en pastoral penitenciaria, quien, en una entrevista para America Magazine, subraya que “la dignidad llega incluso a no dejar indefensa a la persona o a que sea asesinada en un acto intencionado”.
Prejean considera más que necesario este cambio en tanto que ella ha presenciado en los últimos años como muchos fiscales se aferraban al catecismo católico para sostener sus demandas, desde la pequeña puerta abierta que se dejaba a la “necesidad absoluta” de aplicar la pena de muerte. De hecho, hoy por hoy la pena capital se puede imponer en 31 estados de Norteamérica y hasta 2.700 reclusos se encuentran hoy en el corredor de la muerte. En 2018 ya se han ejecutado a 14 presos y otros 14 reos están a la espera para los próximos meses.
No maten por nosotros
En otra entrevista reciente, la religiosa subrayaba además cómo al acompañar estos casos, “las víctimas se dan cuenta después de que ver muertos a los asesinos de sus familiares no les va a curar nunca”. Es más, asegura que cada vez son más los casos en las que las familias dicen a los jueces: “No maten por nosotros”.
Su denuncia va más allá: “Solo los pobres llegan al corredor de la muerte. El 98% de los condenados son pobres y no pudieron conseguir un buen abogado en el proceso. Y si uno analiza el patrón, suelen haber matado a personas blancas. Cuando la víctima es una persona de color, rara vez se usa”. Y apostilla: “El racismo se mantiene”.