El primer rector de la basílica de la Sagrada Familia, Josep María Turull, habla con Vida Nueva un año después de los atentados de Barcelona y Cambrils, que produjeron 17 víctimas mortales y 140 heridos.
Desde el primer momento acompañó al cardenal Juan José Omella en los preparativos para la celebración de los funerales, en el acto de silencio organizado en la Plaza de Cataluña y en la visita a las víctimas que estaban en el hospital de la Santa Cruz y San Pablo. “Algunas estaban en una situación muy delicada físicamente, pero todos transmitían el agradecimiento por la atención recibida por los servicios sanitarios, por los voluntarios de todo tipo y por el hecho de que el cardenal fuese tan cercano a ellos”, recuerda.
Misa en la Sagrada Familia
La Sagrada Familia acogió una misa solemne por la paz y por las víctimas de los atentados de ambas localidades y por la recuperación de los heridos, “la celebración fue muy sentida y estuvo marcada por la tragedia y por lo mal que sabe ver cómo hay gente que es capaz de pasar por encima de la vida de otras personas por su ideología y, por desgracia, bañada en tintes de religiosidad, en este caso, islamista”, señala Turull.
El recién nombrado rector de la basílica obra de Gaudí destaca también que “un gesto significativo importante –de la misa- fue el hecho de que el cardenal junto con el Rey, el presidente del Gobierno y el de la Generalitat pasaran a saludar y dar el pésame a todos y cada uno de los familiares de las víctimas que estaban allí y que tenían en ese día un papel principal”.
Turull, que ha sido durante 14 años rector del Seminario de Barcelona, recuerda también que mucha gente se puso en contacto con el centro, que está ubicado muy cerca de Las Ramblas, para conocer el estado de los seminaristas. Todos ellos estaban fuera por ser periodo vacacional, aunque los que pudieron, regresaron para colaborar en lo que fuera necesario.
Y concluye: “El planteamiento de la ciudad desde el primer momento fue que había que seguir adelante y no darles ninguna victoria más a estos que ya habían hecho mucho daño. Barcelona es una ciudad abierta a todos, sean de la religión que sean. Desde todas las religiones, empezando por la mayoría de los musulmanes que están en la ciudad, ha sido constante la condena de estos atentados y más al ser cometida en nombre de la religión que sea”.