Quien fuera arzobispo de Rancagua y presidente de la comisión de la Conferencia Episcopal de Chile contra los abusos a menores, Alejandro Goic, declaró ante el juez el pasado mayo como testigo en varios casos de abusos producidos en su diócesis por el grupo de sacerdotes conocido como ‘la familia’. Dicha declaración fue filtrada el pasado fin de semana a los medios, y según informa El Mostrador, durante la misma el prelado explicó al juez los procesos de la Iglesia en la lucha contra los abusos.
Pero Goic también reveló haber pedido permiso a Doctrina de la Fe para quebrantar el secreto de confesión y así poder testificar por vía civil contra dos de los acusados, el sacerdote Carlos Manríquez, que ya ha sido secularizado, y el diácono permanente Luis Rubio, quien también ha pedido la secularización. Sin embargo, Doctrina de la Fe respondió negativamente a la petición, por lo que no podrá revelar la información que conoce relativa a estos casos, aunque la Fiscalía puede recurrir a Doctrina de la Fe para que lo autorice.
En cuanto al resto de la declaración, Goic afirmó creer en la inocencia de algunos de los 12 sacerdotes imputados, y contar con “víctimas que niegan tajantemente los hechos” en el caso de uno. Pero en cuanto a Luis Rubio, el caso más notorio, admite que envió fotos inapropiadas de sí mismo a un menor, “lo que constituye uno de los delitos más graves”, pero afirma que mandó su perfil y antecedentes a Roma, según el procedimiento habitual.
Muere el obispo emérito del Callao, Miguel Irízar
El prelado, que ejerció su labor pastoral y evangelizadora en Perú durante más de medio siglo, ha fallecido en Deusto, Bilbao, donde vivía desde 2015, a los 84 años de edad. Guipuzcoano de nacimiento, ingresó en la Congregación de la Pasión -los Pasionarios- a los 17 años, y tras estudiar en la Universidad Gregoriana de Roma fue ordenado sacerdote a los 23. Dos años después, era enviado a Lima.
Fue nombrado obispo misionero de Yurimaguas, en Alto Amazonas, por Pablo VI, y miembro del consejo pontificio Cor Unum, lo que le llevó a reunirse con san Juan Pablo II en muchas ocasiones. Sería él quien en 1989 lo nombrara obispo auxiliar del Callao -y titular en 1995- donde fundó nuevas parroquias y se involucró en la formación de sacerdotes incluso de otras diócesis, que eran enviados específicamente a los seminarios de la suya. También fue él quien promovió la fundación del primer convento de Carmelitas Descalzas de la región.
Irízar fue además secretario general de la Conferencia Episcopal del Perú en dos ocasiones, así como presidente de Cáritas del país. Ayer 19 de agosto, según informa Perú21, este prelado de tan impresionante trayectoria al servicio de los demás fallecía en su tierra natal a los 84 años, rodeado de sus compañeros de hábito.
O’Malley: “Se nos acaba el tiempo”
El cardenal arzobispo de Boston, Sean Patrick O’Malley, quien además preside la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, ha publicado un carta con motivo del escándalo de abusos en Pensilvania, en la que alrededor de 300 religiosos se han visto implicados. Dicha misiva, de la que se hace eco ElPeriódico, es tajante: “El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia. Los católicos han perdido la paciencia con nosotros“, afirma el purpurado.
Reconoce también que la Iglesia no cuenta con “sistemas claros y transparentes para rendir cuentas y asumir las consecuencias“, y culpa a la alta jerarquía de la misma, “cuyos fallos han permitido que ocurran estos crímenes”. Por ello, “seguimos avergonzados por estos fallos atroces a la hora de proteger a los niños y a las personas vulnerables, y afirmamos nuestro compromiso para que estos fallos nunca se repitan” si bien pide la colaboración de los laicos para lograr “la conversión, transparencia y responsabilidad” necesarias
O’Malley, miembro del C9, es probablemente el alto cargo de la Iglesia con mayor importancia en la lucha contra los abusos. Es precisamente arzobispo de Boston porque fue enviado a sustituir al cardenal Law tras destaparse los escándalos de abusos a menores en la diócesis, cuyas secuelas continúan muy presentes en la Iglesia de la zona. El purpurado no ha dudado jamás en criticar la gestión de abusos por parte de otros altos cargos, ni siquiera cuando el propio papa Francisco hizo unas inoportunas declaraciones sobre el obispo Barros, que O’Malley -siempre respetuosamente- le reprochó.