La encíclica ‘Humanae vitae’ marcó una gran novedad en la vida de la Iglesia: es la primera vez que un documento pontificio fue seguido y comentado por la prensa internacional con tanta atención y espíritu crítico –se filtran incluso antelaciones y previsiones desde meses precedentes– y fue la primera vez que el Papa fue objeto de viñetas de humor y sobre todo que el mundo católico se divide públicamente, clero incluido, en la recepción del documento. Pero fue también la primera vez que se levantó alguna voz femenina para comentar la encíclica de forma diferente a los hombres, aunque si el feminismo como tal todavía no se ha afirmado.
De hecho, fue la primera vez que un documento de la Iglesia fue acogido de forma diferente por las mujeres que por los hombres – al menos en alguna medida – y a esta diferencia se añade esa entre Occidente y Tercer Mundo. Mientras los países avanzados están obsesionados por la “bomba demográfica” y las mujeres empiezan a ver en la píldora su liberación, en el sur del mundo el control demográfico se presenta con el atuendo no muy liberal de las esterilizaciones forzosas. Aquí la Humanae vitae es acogida como un documento de liberación anticolonial, una ayuda para las mujeres a reivindicar la libertad sobre el propio cuerpo.
Un texto similar solo podía ser controvertido y en muchos aspectos incomprendido. Hoy la investigación sobre los métodos naturales de regulación de los nacimientos ha dado muchos pasos adelante, como explica Elena Giacchi, la vemos con otros ojos, cercanos a los de las jóvenes ecologistas que rechazan la píldora por motivos de salud, como en la investigación de Marie-Lucile Kubacki, mientras parecen lejanos los tiempos del terror de otro hijo que imprega el libro del escritor inglés David Lodge contado por Elena Buia Rutt.
Monique Baujard lleva la encíclica –para bien o para mal– al presupuesto fallido de su recepción que nadie tuvo el coraje de hacer públicamente, y que la condenó al olvido en el mundo católico, mientras que María Luisa Aspe Armella informa de la reflexión –hoy– en América Latina. Cincuenta años: un aniversario para recordar con valentía y celebrar con atención, sobre todo por parte de las mujeres.