Ángel Fernández Collado, hasta ahora obispo auxiliar de Toledo, ha sido nombrado hoy, 25 de septiembre, nuevo obispo auxiliar de Albacete, sede en la que sustituye a Ciriaco Benavente, que la ha pastoreado desde el año 2006.
Así se ha dado a conocer este mediodía en ambas sedes episcopales. Así, en Toledo, su arzobispo, Braulio Rodríguez Plaza, compareció junto a Fernández Collado en el Salón de Concilios para hacer público el nombramiento del hasta ahora número dos de la archidiócesis. A la misma hora, Benavente, hacía lo propio en una ruede de prensa en la capital albacetense.
Doctor en Historia por la Gregoriana
Ángel Fernández Collado nació en Los Cerralbos (Toledo) el 30 de mayo de 1952. Cursó estudios en el seminario menor y mayor de Toledo, diócesis en la que fue ordenado sacerdote el 10 de julio de 1977. Es doctor en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma. Está diplomado en Archivística por la Escuela Vaticana de Paleografía.
Obispo auxiliar de Toledo desde el 28 de junio de 2013, recibió la ordenación episcopal el 15 de septiembre del mismo año, y ha compaginado su ministerio episcopal con las clases en el seminario conciliar San Ildefonso, donde es profesor de Historia de la Iglesia. Además, era vicario general y moderador de curia de la archidiócesis de Toledo. En la Conferencia Episcopal es miembro de las comisiones episcopales de Patrimonio Cultural y de Liturgia.
Benavente, defensor de los inmigrantes
El nuevo pastor de Albacete sustituye a Ciriaco Benavente Mateos, quien el pasado 3 de enero presentó su renuncia al papa Francisco a cumplir los 75 años de edad. Nacido en la localidad cacereña de Malpartida de Plasencia, Benavente llegó a la diócesis manchega el 16 de octubre de 2006, procedente de la de Coria-Cáceres, de la que había sido nombrado obispo en 1992.
Graduado Social por la Universidad de Salamanca, en la Conferencia Episcopal fue presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, comisión a la que después siguió muy vinculado, junto a la de Pastoral Social. En los años más duros de la crisis económica, Benavente se destacó como un incansable defensor de los inmigrantes, denunciando los intentos por reducir sus derechos y advirtiendo del peligro de estigmatizarlos al señalarlos como los causantes de aquella recesión.