Giovanni Battista Montini nació el 26 de septiembre de 1897 en Concesio, un pueblo a las afueras de Brescia, en el que su familia solía pasar los veranos. Al lado de esa casa solariega se levanta ahora el Instituto Pablo VI, cuya nueva sede fue inaugurada por el papa Benedicto XVI el 8 de noviembre de 2009.
A causa de su delicado estado de salud, el joven Montini pudo seguir mediante un sistema especial la formación teológica que se impartía en el seminario. Ordenado sacerdote en la catedral de Brescia, el 29 de mayo de 1920, celebró su primera misa en el santuario de Santa María de las Gracias, que se encuentra frente a la casa familiar en la ciudad.
Inmediatamente, fue enviado a continuar sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma. Cuatro años después, entró en la Secretaría de Estado del Vaticano, de donde saldría tres décadas más tarde, al ser nombrado arzobispo de Milán.
Durante unos años, simultanea su trabajo en la Curia con su tarea como asistente eclesiástico de la FUCI (Federación Universitaria Católica Italiana). En los cursos y conferencias que imparte a los universitarios, insiste siempre en los ideales de “estudio, ciencia, sabiduría y dominio triunfante del espíritu fiel a la verdad”.
En ese tiempo, Montini hace grandes amistades entre los que serán buenos profesionales católicos, como Fanfani, Moro, La Pira o Veronese. La presión del fascismo hasta la disolución de la FUCI fue un duro golpe para él, a causa de las sospechas y acusaciones que tuvo que padecer en ese tiempo.
Montini fue nombrado arzobispo de Milán en noviembre de 1954, tras la muerte del cardenal Schuster. Fue consagrado en la Basílica Vaticana el 12 de diciembre y entró en Milán el 6 de enero de 1955. Parece que el papa Pío XII deseaba que Montini tuviese una importante experiencia pastoral como para prepararlo para el papado. Sin embargo, fue Juan XXIII quien le hizo cardenal.
Un acontecimiento de enorme importancia fue la Misión extraordinaria para la ciudad de Milán, que se desarrolló del 5 al 24 de noviembre de 1957. Es admirable el esfuerzo del arzobispo milanés para hacerse presente durante la Misión en todos los ambientes: parroquiales, universitarios e industriales. Un día tras otro, era fácil observar el ánimo inquieto del gran evangelizador.
Se dice que la primera reacción de Montini ante al anuncio del Concilio por parte de Juan XXIII fue de asombro. Sin embargo, es evidente que él deseaba un cambio profundo en la Iglesia. En un libro de entrevistas a los que hicieron el Concilio, editado por Filippo Rizzi, el cardenal George-Marie Cottier recuerda el discurso que el cardenal Montini pronunció en el Capitolio el 10 de octubre de 1962, es decir, la víspera de la inauguración del Concilio. Frente a muchos nostálgicos del poder terrenal de los papas, Montini consideraba aquel despojo como una bendición que facilitaba el anuncio más libre del Evangelio.
A pesar de su discreción, que solo pretendía romper mediante las cartas que enviaba a su diócesis de Milán, ya durante la primera sesión del Concilio descolló, junto con los cardenales Suenens y Lercaro, como uno de los padres conciliares que habían captado el verdadero significado de la renovación de la Iglesia.
Elegido Papa el 21 de junio de 1963, tras la muerte de Juan XXIII, dirigió al mundo católico su primer mensaje, en el que escribía: “Ojalá que brille en la familia humana la llama encendida de la caridad y de la fe”. Al mismo tiempo, declaraba que continuaba el Concilio.
Índice del Pliego
I. LA FIGURA DE MONTINI
II. ANTE EL CONCILIO VATICANO II
III. UN MAGISTERIO FECUNDO E INOLVIDABLE
- 1. Un radiomensaje dirigido a España
- 2. La encíclica ‘Ecclesiam suam’
- 3. La Eucaristía y la Virgen María
- 4. La encíclica ‘Populorum progressio’
- 5. Las encíclicas ‘Sacerdotalis caelibatus’ y ‘Humanae vitae’
IV. OTROS DOCUMENTOS
- 1. El Credo del Pueblo de Dios
- 2. La exhortación ‘Gaudete in Domino’
- 3. La exhortación ‘Evangelii nuntiandi’
V. UN MODELO PARA LA IGLESIA
