- La serie
Anunciaban esta semana pasada algunas páginas de información televisiva el estreno de la serie documental “Creencias peligrosas”, emitida por el canal Crimen + Investigación. También la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en su boletín se hacía eco de ello. La propuesta busca meterse dentro de las sectas activas hoy en día en regiones como Madrid, Andalucía o Valencia. Esta producción, aseguran los promotores, responde a la paradoja que se da con la desproporción entre seguidores de alguna secta –calculan que 6 millones de españoles– y el desconocimiento que hay sobre estos movimientos destructores de la propia personalidad. En este sentido, calculan que un 15% de los españoles viven sin ser conscientes de esta realidad de las sectas.
Con lo que sí que están íntimamente relacionadas las cifras es con los datos referentes a las personas que viven crisis personales, situación de depresión o complejos fenómenos emocionales. Junto a esto están, además, aseguraban distintos medios a propósito de la presentación de la serie, los más idealistas y soñadores, los dispuestos a cambiar las cosas y no resignarse a dejarlas como están…
La tragedia
El día seleccionado para lanzar esta propuesta es algo más que una casualidad. Y es que el 18 de noviembre de 1978, en la recóndita población de Jonestown –así se conocía al lugar del llamado ‘Proyecto agrícola del Templo del Pueblo’–, en el país de Guyana (al norte de América del Sur), los miembros de 909 miembros de una secta se suicidaron sugestionados por el líder tras haber asesinado a 5 personas –una de ellas el congresista estadounidense Leo Ryan que estaba investigando el grupo sectario–. De hecho, el primer capítulo de la serie recuerda este suceso.
Las imágenes de aquel día de noviembre son devastadoras. Este homicidio masivo dejó un panorama desolador tras el consumo del cianuro por parte de todos los adeptos, bebés y niños incluidos. Este movimiento había llegado al pequeño país americano 3 años atrás huyendo de California por decisión del fundador, el pastor protestante Jim Jones. Allí se establecieron granjas comunitarias y se compartían todos los bienes, fieles al comunismo que militaba el propio Jones, gran admirador de Stalin y el rumbo tomado por la Unión Soviética.
Pero lo que llama más la atención es que los juegos con el cianuro eran una cosa ensayada en las llamadas “noches blancas” en las que, mientras la supervivencia se ponía dura en Guyana, arengaba a todos los seguidores sobre distintos enemigos externos que había que evitar antes de que invadiesen aquel nada idílico paraíso. Para ello se exigían actos de lealtad entre los que se incluían los simulacros de suicidios masivos….
Así, el 18 de noviembre, cuando las paranoias se mezclaron con la realidad, acabaron matando a un congresista y unos periodistas. Poco después, Jim Jones dijo a todos: “Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados. Acabemos con esto ya. Acabemos con esta agonía”. Así lo recogen las grabaciones del FBI que investigaba el movimiento.
Ahora han pasado ya 40 años de la tragedia y 6 millones de españoles siguen siendo sometidos a lavados de cerebro con procesos similares a los que impulsó el pastor Jim Jones y tantos otros gurús de aquí y allá… La globalización, la facilidad y accesibilidad de las comunicaciones abren nuevos canales por los que transmitir las tácticas de siempre ante las insatisfacción personales o sociales. Los falsos mesianismos parecen acechar siempre a la vuelta de la esquina.