López Vergara: “También entre los libros anda el Señor”

El Director de la Comisión de Estudios de la Federación Católica de Centros de Formación Bíblica habla para Vida Nueva sobre su nueva obra “Servidores de la Palabra” y acerca de los pilares que sostienen la espiritualidad de los maestros de Biblia

López Vergara: “También entre los libros anda el Señor”

Los pilares que deben sostener la espiritualidad de cualquier Servidor de la Palabra son estos: la gratitud, el amor compasivo, la humildad verdadera y la contagiosa alegría. Así lo afirmó el doctor Juan López Vergara, autor del libro “Servidores de la Palabra”, sobre la espiritualidad de los maestros de la Biblia.

López Vergara, quien es doctor en Teología Bíblica, presentó recientemente su obra a finales de septiembre pasado en la XXIV Asamblea de la Federación Católica de Centros de Formación Bíblica (FECCEFOBI) que reunió en la Arquidiócesis de Puebla a representantes de centros y escuelas bíblicas con la finalidad de intercambiar experiencias a partir de lo que se está haciendo y lo que se debe hacer para ser espacios de formación y capacitación de animadores bíblicos.

Por principio de cuentas –dijo– los maestros de Biblia deben tener claro que la disposición para compartir la Palabra es una enorme gracia, ya que “es Dios quien, por su benevolencia, realiza en nosotros el querer y el obrar, por lo que considero que el sentido de nuestra vida es convertirla en una oración de gratitud filial, a ejemplo del Señor Jesús”.

La mejor parte

Al referirse a su libro “Servidores de la Palabra”, editado por PPC, el también Director de la Comisión de Estudios de la FECCEFOBI, explicó que éste está dirigido sobre todo a maestros y maestras de Biblia en institutos y escuelas parroquiales, y el objetivo principal es justamente valorar “la enorme gracia de haber escogido la mejor parte, a ejemplo de María, una entrañable amiga de Jesús”.

López Vergara detalló que el libro está dividido en tres grandes capítulos; “en el primero, nace de la vida y en la vida; ya que con los ojos fijos en Jesús, se trata de ver su proceso de crecimiento personal, a partir de ser un joven de tareas infinitas, que ejercerá de un modo único el magisterio, dispuesto no a ser servido, sino a servir, dando vida al proyecto de su Padre”.

En el segundo apartado –agregó– “no se busca dar lecciones, o transmitir conocimientos, sino comunicar a otros lo contemplado con el Señor, desde un largo proceso de aprendizaje siempre inacabado. En lo cual nuestros hermanos internos (los presos) han ocupado un lugar muy especial. Fueron mis primeros maestros, cuando fui enviado por el Instituto Bíblico de Guadalajara a compartir la Palabra hace más 30 años”.

Y en el tercero se presentan justamente los pilares que sostienen la espiritualidad del Servidor de la Palabra, que son: la gratitud, el amor compasivo, la humildad verdadera y la contagiosa alegría.

Reflexiones iluminadas

Desde su punto de vista, “el libro ofrece al lector una reflexión cuidadosa, iluminada por la propia Palabra, por el Magisterio, pero también con textos de grandes autores, pues también entre los libros anda el Señor, y, por supuesto de los santos, cuyo caminar se convierte en un comentario vivo del Evangelio”.

Señaló que el libro ha nacido de su experiencia de vida como Servidor de la Palabra por más de tres décadas, que anhela compartir lo contemplado con el mejor de los amigos: Jesús de Nazaret.

Ante la interrogante que se aborda en uno de los apartados de su libro sobre si “¿Se puede convertir el salón de clases en un santuario?”, el doctor aseguró: “sin duda. Claro que sí. En el momento en que dos o tres personas se reúnen en torno al Señor, él se hace presente. Esto lo he experimentado miles de veces, al compartir la Palabra, desde diferentes horizontes, con nuestros hermanos internos, con alumnos y alumnas, con seminaristas, con monjes, con sacerdotes, con obispos… El Señor se hace presente con esa discreción tan suya tan evidente”.

Finalmente, el autor propone en el libro la realización de la “Oración del Servidor de la Palabra”; que –según relató- “nació de mi oración durante mis caminatas en el parque por las mañanas. Sugiero la haga el Servidor de la Palabra al disponerse a preparar su clase, y también al inicio de la misma”.

Noticias relacionadas
Compartir