Los mercados financieros son, como todo mercado, un lugar donde se juntan compradores y vendedores, en este caso para intercambiar productos financieros vía un precio. En un sentido general, el sistema financiero agrupa a los mercados financieros y a todos los que en él participan y su fin es mover el dinero hacia donde se necesita, con la máxima agilidad, seguridad y transparencia. Nuestra vida actual sin los mercados financieros, es decir sin cosas tan evidentes y necesarias como el crédito, o las tarjetas de pago, o poder tener nuestro ahorro invertido para los momentos difíciles, no sería igual.
Ciertamente el problema no son los mercados financieros en sí mismos sino el uso que se da de ellos; es decir, el principal problema es la actitud del hombre que ha convertido el dinero en un fin último, y eso lo transforma en un ser egoísta que se olvida de los demás. La obsesión por el dinero, la especulación y el cortoplacismo que nos rodea han propiciado la existencia de grandes masas de población marginada y olvidada.
Tenemos la obligación de volver a situar al dinero en el lugar que éticamente le corresponde: como un medio que ayude al progreso de la Humanidad, no como objetivo. Por ello es cada vez más necesario un decidido compromiso para aplicar un fundamento ético claro con el fin de unir y hacer compatible la calidad humana con los aspectos económicos de la vida: “La Economía tiene necesidad de la Ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera sino de una ética amiga de la persona” (Benedicto XVI, Carta encíclica ‘Caritas in veritate’)
¿Y a quién afecta este compromiso para que ética y economía vayan de la mano?
- En primer lugar los asesores, gestores e intermediarios de los mercados financieros debemos combinar la búsqueda del beneficio de nuestros clientes con los más elementales principios éticos y morales. Por poner un ejemplo, tenemos que evitar situaciones del pasado como la comercialización de productos financieros ofrecidos a personas que no disponen de la necesaria información ni formación, derivando en situaciones de abuso con enormes beneficios para el vendedor pero con pérdidas para el comprador. Tal es el desgraciado caso de las participaciones preferentes de bancos y cajas de ahorro.
- De igual forma los gobiernos y reguladores (CNMV, Banco de España) deben estar alineados con la ética mediante la articulación de un marco normativo claro y transparente que prevenga y evite las burbujas especulativas, así como velar por el correcto funcionamiento de los mercados. No se pueden volver a producir situaciones como la salida a Bolsa de Bankia, que ya ha derivado en procesos de reclamaciones multimillonarias.
- Por último, también los consumidores, ahorradores y compradores tienen su parte de responsabilidad. No podemos pensar que aisladamente no podemos hacer nada; la suma de todos puede conducir a un cambio significativo en el fondo y la forma de actuación.
Influye con tu dinero
Los inversores tienen que invertir con responsabilidad, buscando un retorno adecuado dentro del marco moral más amplio, pero evitando invertir en empresas que no respetan los derechos humanos más esenciales (por ejemplo, con la cadena de producción en países lejanos en los que se emplea mano de obra infantil) y rechazando lo que no se ajusta a la moral cristiana.
Por su parte, los ahorradores e inversores tienen que exigir a todos los expertos financieros que les rodean que se coloquen al servicio de la rentabilidad y de la ética. Deben buscar profesionales comprometidos con la gestión ética, que incorporen la ética como un instrumento de gestión, para conseguir los objetivos de preservar el patrimonio y conseguir una buena rentabilidad a largo plazo.
Si todos nos comprometemos y actuamos con responsabilidad es posible que la ética y el dinero puedan convivir adecuadamente y consigamos tener bienestar y progreso juntos.