La Asamblea Plenaria de obispos suele ser un espacio importante en la Iglesia de nuestro país, y mucho de lo que se trata (o al menos, lo que se quiera hacer público) tiene calado en la sociedad según los temas de actualidad que acontezcan.
El discurso inaugural es la antesala de lo que se trabajará en esa semana y siempre se espera que el presidente lance al mundo un puñado de mensajes claros que marquen la voz e imagen institucional. Es en ese momento del discurso, el único en el que, junto a todos los obispos, puede entrar la prensa y algunos privilegiados, entre los que me encuentro (trabajadores por la Iglesia, al fin y al cabo). El resto de la semana, la puerta se cierra.
De alguna manera comprendo, que como en cualquier empresa, las reuniones de trabajo sean a puerta cerrada. Pero como también creo que lo nuestro no es una empresa, ni debe serlo, el aspecto de la sinodalidad (espacios con otras realidades y trabajo compartido) que tanto resuena últimamente, se pierde en ocasiones.
Desde el último banco
Algunos jóvenes nos empeñamos en estar presentes, y colarnos entre ellos para intentar rasgar unos minutos de conversación con quien nos interese según nuestras necesidades y oportunidades. También es momento de saludo fraterno con aquellos con los que ya trabajamos. Somos la JOC y la JEC los que tenemos representación juvenil en nuestros equipos y, por tanto, nos convertimos en la única presencia joven de este espacio. Luchamos por ser rostro y queremos ser escuchados por todos.
No puedo ocultar lo curioso que me resulta este espacio, pues no he vivido cosas parecidas. Introducirme en un grupo tan alejado para muchos de mis coetáneos por sus discursos y sus actuaciones, supone un reto apasionante de conexión.
En algunos casos me encuentro con personas que me conocen, me saludan con afecto y cariño y son conscientes de que el presente y el futuro pasa por trabajar juntos. A muchos le sorprende ver a un joven entre ellos, pero os aseguro que a mí también.
No puedo obviar lo extraño que me siento al ver una sala llena de hombres vestidos de negro. Soy hijo de una sociedad muy visual, diversa y plural. No puedo sentir otra cosa. Y desde el último banco, en silencio, escucho y observo atentamente palabras, gestos, miradas, sonrisas, fotos…
Saber comunicar
Son unos días estratégicos a nivel comunicativo y nuestra voz en las luchas sociales debe de ser obligada, cercana y con disposición a trabajar. Sabemos que los medios no son lo más importante, pero si trabajamos bien, nos puede situar como agentes principales del cambio transformador que necesita la sociedad en todas sus esferas.
Las manipulaciones siempre han existido, y existirán. Si tenemos claro como hay que construir, el resto se nos dará por añadidura. Imagínate cuando le cuente a mis amigos y amigas que, de vez en cuando, un lunes por la mañana lo paso con 100 obispos.