“Entre estas multitudes que han alcanzado un destino de gloria, la Iglesia desea llamar hoy a 19 nuevos beatos, asesinados entre 1994 y 1996 en diferentes lugares y épocas, pero en el mismo contexto turbulento”. De esta manera comenzaba el cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Giovanni Angelo Becciu, su homilía con motivo de la ceremonia de beatificación de los mártires de Argelia en el Santuario de Notre-Dame en Orán.
“En esta tierra anunciaron el amor incondicional del Señor a los pobres y marginados, atestiguando su pertenencia a Cristo”, ha continuado Becciu. “Procedentes de ocho institutos diferentes, estos hermanos y hermanas nuestros vivieron en este país, realizaron varias misiones y fueron fuertes y perseverantes en su servicio al Evangelio y al pueblo, a pesar del clima amenazador de violencia y opresión que los rodeaba”, ha añadido.
El cardenal ha confesado que, al leer sus biografías, “uno se sorprende al saber cómo todos, aunque conscientes del riesgo que los asediaba, decidieron valientemente permanecer en su lugar hasta el final; desarrollaron una fuerte espiritualidad martirial arraigada en la perspectiva de sacrificarse y ofrecer sus vidas por una sociedad reconciliada y pacífica“.
“Testigos de la fraternidad”
El obispo Pierre Claverie y los otros 18 mártires “llevan sobre sí mismos el sello salvador de la Redención de Cristo. Al inscribir sus nombres en el libro de los santos, la Iglesia desea reconocer la ejemplaridad de su vida virtuosa y el heroísmo de la muerte de estos extraordinarios pacificadores y testigos de la fraternidad”, ha remarcado.
Hoy, al contemplar estos nuevos beatos, “estamos invitados a regocijarnos y alegrarnos”, porque “los recordamos como fieles discípulos de Cristo, amantes de la pobreza, sensibles al sufrimiento”, pues “compartieron “la angustia y la aflicción de sus hermanos”.
Continuando su homilía, el prefecto de los Santos ha afirmado que ellos “se conformaron totalmente al sacrificio de Cristo, identificado en Isaías con el Siervo sufriente de Yahvé, quien, como escuchamos en la primera lectura, ofreciéndose ‘a sí mismo en sacrificio de reparación […] después de su tormento íntimo verá la luz y justificará a muchos’ (Es 53.10b.11)”. Y es que “con su muerte como mártires, los nuevos beatos también entraron en la luz de Dios y desde arriba vigilan a las personas que han servido y amado, orando incesantemente por todos, incluso por aquellos que los han golpeado”.
La cultura de la misericordia
Además, ha señalado que “su ejemplo provoca en todos el deseo de promover lo que el Santo Padre Francisco ha definido como ‘la cultura de la misericordia que da vida a una verdadera revolución’ (Carta apostólica ‘Misericordia et Misera’, n. 20)”. Así, “teniendo en cuenta las dinámicas del perdón, inherentes al mensaje cristiano y vividas admirablemente por los nuevos beatos, esperamos y rezamos para que Argelia pueda superar definitivamente ese terrible período de violencia y aflicción”, ha indicado.
Según sus palabras, estas muertos son “una semilla en tiempos difíciles, fertilizada por el sufrimiento que dará frutos de reconciliación y justicia. Esta es nuestra misión como cristianos: sembrar la semilla de la paz evangélica todos los días, disfrutar de los frutos de la justicia”. “Con esta beatificación nos gustaría decir a toda Argelia solo esto: la Iglesia no quiere nada más que servir al pueblo argelino, atestiguando el amor a todos”, ha continuado.
Becciu ha recordado que, “en cada rincón de la tierra, los cristianos están animados por el deseo de aportar su contribución concreta para construir un futuro brillante de esperanza con la sabiduría de la paz, para construir una sociedad basada en el respeto mutuo, la colaboración, el amor…” “Esta sociedad -ha añadido- puede convertirse en una realidad plena si todos se esfuerzan por desarrollar la pedagogía del perdón, que también es tan necesaria en este país”.
Semillas de paz
En relación a la comunidad cristiana que peregrina en Argelia, el cardenal ha destacado que “propaga pequeñas pero significativas semillas de paz. A partir de esta beatificación, ella puede sentirse fortalecida en su presencia en Argelia; de estos 19 mártires se fortalece la creencia de que la preciosa presencia de este pueblo se justifica por el deseo de ser luz y signo del amor de Dios por toda la población”.
Además, el purpurado ha dicho que “el testigo luminoso de estos bienaventurados es un ejemplo vivo y cercano para todos. Su vida y su muerte son un llamado directo a todos nosotros, los cristianos y, en particular, a ustedes, hermanos o hermanas de la vida religiosa, a ser fieles a toda costa a su vocación, al servicio del Evangelio y de la Iglesia en una vida de verdadera fraternidad, en la perseverancia y en el testimonio de la elección radical de Dios”.
Y, para concluir, ha subrayado que “todos estamos reconfortados por la certeza de que estos hermanos y hermanas nuestros mártires, con su sacrificio, con su intercesión constante y con su protección, crecerán en esta tierra copiosos frutos de bondad y de participación fraterna”.