“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Con este primer artículo comienza la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha cumplido el pasado lunes 10 de diciembre su 70 cumpleaños. Unos días de aniversarios importantes en la historia de España y del mundo que tienen un eco muy fuerte en la actualidad.
Quizás a este primer artículo, para que fuera del todo completo sobre lo que quiero reflexionar hoy, yo le añadiría “…y con todo lo que les rodea”, es decir, ser consciente de todo lo que conlleva nuestro comportamiento diario, y como nos relacionamos con el medio ambiente del que somos dependientes.
Durante estos días se está celebrando en Katowice, Polonia (no sin críticas y protestas por su enorme mercado de carbón), la Cumbre número 24 de la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (Cop24), que reúne a unas 28.000 personas con el fin de implementar medidas que pongan en marcha y hagan posible los compromisos por el clima del Acuerdo de París de 2015 y establecer un “libro de normas” para ello.
En esta Conferencia, el cardenal Pietro Parolin ha intervenido con un discurso en el que se preguntó si hay “suficiente voluntad política” para promover este nuevo modelo de desarrollo, y en el que el Vaticano propone tres pilares desde los que se debe apoyar el trabajo: “una base ética clara; el compromiso de promover la dignidad de la persona humana, mitigar la pobreza y fomentar el desarrollo humano integral con medidas responsables de mitigación y adaptación; y un enfoque para el presente y para el futuro”
Ecología Integral
Es el enfoque integral que introduce la Iglesia lo más interesante, que completaría un buen trabajo de la Conferencia, y que no es solo cuidado al medio ambiente, sino de personas, de uno mismo y de nuestra espiritualidad. La Campaña de Universidad de este año de la JEC es la continuación de lo empezado el año pasado, en el que nos planteamos objetivos para asumir personalmente, grupalmente y como movimiento, los planteamientos de la Ecología Integral y concienciar a la juventud de nuestros ambientes.
Nos sentimos responsables de ser cuidadores de una tierra maltratada que clama, y cuyos gemidos se unen a los de todas las personas maltratadas del mundo. Es nuestra fe la que nos invita a tomar conciencia de nuestra responsabilidad con nosotras mismas, con el prójimo, con la creación y con el Creador.
Una llamada a Actuar
En mi primera entrada de este blog ya alertaba de la necesidad de actuar ante la última, pero esperanzada, llamada. En la campaña de la etapa universitaria de la JEC se invita a que cambiemos nuestra mirada y pensemos qué podemos aportar nosotros a la Ecología Integral. Hemos identificado problemas medioambientales que tienen de fondo una exclusión de muchas personas, y que responde a un determinado modo de vida.
Por tanto, es una llamada militante para cambiar nuestra forma de relacionarnos y realizar propuestas para otro mundo (lograr un cambio cultural global, extender y profundizar el diálogo, cambiar nuestra mirada o cuidar la dimensión ecológica de la espiritualidad). Ante este panorama ¿qué podemos ofrecer nosotros desde nuestra militancia en la JEC? ¿De que forma ayudamos a que la Universidad se haga mas consciente, y desde ahí también se planteen los estudios, la forma de estar, etc.? ¿Cómo mi estudio se hace eco y lo plantea allí donde estoy?
Para eso, hemos de ir creciendo en interiorizar todo lo que supone la Ecología Integral para vivir de una forma distinta. Estamos ante el mayor desafío de la humanidad, pero os tengo que dejar porque me están llamando, y tengo que responder.