El 66% de los españoles se define como católico. Se trata de la cifra más baja desde que se pregunta por esta variable en el Barómetro del CIS. Del mismo modo, solo el 15,4% acude a misa, al menos, una vez en semana. Y es que la fe en España continúa a la baja. De hecho, el 29,4% de las personas se reconoce como atea o no creyente. La secularización es acuciante en el nuevo milenio, puesto que la Iglesia ha perdido casi un 14% de fieles desde 2005 hasta hoy. ¿Se trata de un retroceso coyuntural o estructural? ¿Se conseguirá frenar la caída?
“La tendencia continuará a la baja. Solo hay que ver los datos por edades para dar por sentado que el contingente de católicos disminuirá a medida que la población vaya envejeciendo”, alerta el sociólogo y director del Instituto de Familia de la Universidad Pontificia Comillas, Fernando Vidal. Una lectura apoyada en los datos, ya que el 53,3% de los jóvenes de 18 a 24 años son ateos o no creyentes, como pone de manifiesto el Barómetro de noviembre, conocido el pasado 5 de diciembre. Sin embargo, “la mitad de los jóvenes son creyentes y muestran su voluntad de seguir siéndolo. Por tanto, vamos hacia la sociedad de las dos mitades”, reconoce. En su opinión, “el aumento de no creyentes se dispara cuando hay una reacción ideológica, pero disminuye cuando las personas piensan en los planteamientos y lo que supone ser cristiano”.
Católicos nominales
Menos optimista con los datos sobre el número de católicos es el sociólogo y autor del informe ‘Jóvenes Españoles’ de la Fundación SM, Juan María González-Anleo. “No me sorprende nada. De hecho, lo que me sorprende es que el porcentaje sea tan alto”, mantiene. Y continúa: “Yo no soy nadie para decir qué es católico y qué no, pero el catolicismo de ese 66% de personas creo que es cultural. Es de veneración por la virgen de mi pueblo y poco más, por lo que son católicos nominales”. De hecho, como pone de manifiesto ‘Jóvenes Españoles’, el grado de importancia de la religión en las vidas de católicos no muy practicantes y no practicantes es prácticamente la misma, 17,9% y 16,2% respectivamente. Según explica, son datos que deben preocupar a la institución. Y va más allá, porque como alerta el citado informe, los jóvenes practicantes que dicen ser miembros y piensan seguir siéndolo han mermado desde 2010 a 2016 en más de un 10%.
Los sociólogos reconocen tres olas de secularización en España: la primera, tras la Guerra Civil; la segunda, en el 68; y la última de 1999 a 2005, cuando se redujo el número de católicos en un 18%. “Y no se hicieron agnósticos, sino ateos, que son más difíciles de recuperar”, recalca González-Anleo. Pero las olas no quedan ahí. “De 2005 a 2010 se perdió otro 13%. Por tanto, la secularización no se ha frenado, no está en punto muerto, sino que continúa muy activa”.
En este mismo sentido, Javier Barraycoa, profesor de Sociología de la Universitat Abat Oliba CEU, mantiene que “en la década de los 80 y 90, la secularización se presentaba como agnosticismo y/o falta de práctica religiosa. Ahora ya se empieza a definir como ateísmo. El puro ateísmo puede provocar reacciones y conversiones radicales. Pero el eclecticismo entre materialismo y pseudoespiritualidad es letal. Pues los jóvenes no sienten la necesidad espiritual porque queda cubierta de mil formas”.