“Este momento, aunque seamos menos, estamos viviéndolo y queremos vivirlo con total honestidad y con mucha credibilidad”. Así lo expresa Jesús Miguel Zamora, secretario general de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), hoy 2 de febrero, Jornada Mundial de la Vida Consagrada. El hermano de La Salle, en conversación con Vida Nueva, reflexiona sobre la salud de la vida religiosa en nuestro país. Y no pierde la ocasión de condenar y expresar su “dolor”, una vez más, por cada uno de los casos de abusos a menores en la Iglesia.
PREGUNTA.- ‘La vida consagrada, presencia del amor de Dios’ es el lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. ¿Tienen hoy los religiosos la presencia necesaria en la sociedad?
RESPUESTA.- El lema de este año tiene un sentido pleno, porque nuestra vida no es otra cosa que responder a un amor. Por otro lado, no creo que se nos vaya a medir por la cantidad de proyectos que hacemos, sino por la entrega que somos capaces de aportar a todos y, en especial, a aquellos que lo están pasando peor.
P.- ¿Goza la vida consagrada de buena salud?
R.- Si nos fijamos en los números, puede haber muchos que digan que goza de una salud mala, que cada vez está más en decadencia. Sin embargo, creo que a la vida consagrada le ha tocado vivir este tiempo y, desde ahí, estamos haciendo un esfuerzo por ir respondiendo a una llamada siendo cada vez más fieles. Este momento, aunque seamos menos, estamos viviéndolo y queremos vivirlo con total honestidad y con mucha credibilidad. La propuesta que tenemos es valiosa, otra cosa es cómo podemos proponerla a nuestros contemporáneos. Es verdad que hay hechos que enturbian nuestra manera de vivir. Y con esto quiero decir que nos duele mucho cada caso de abusos. Nos duele también que la vida religiosa no esté respondiendo a desafíos cuando debe hacerlo. Eso sí, aunque hay salud, hay catarros de vez en cuando. No obstante, nadie nos puede acusar de dejadez.
P.- ¿Qué tiene que aprender la vida religiosa de su historia para afrontar el futuro?
R.- Hemos ido recuperando la realidad de nuestros fundadores. Ellos se han distinguido por ser enormemente coherentes a la llamada que han recibido y han tratado de expresar con su vida y sus obras el sentido de esa llamada. ¿Qué es lo que nos está pidiendo Jesús? La entrega de nuestra vida en el amor. Creo que no hemos perdido la expresión de nuestra entrega, la expresión de nuestra fidelidad y el tener a Jesús como centro de nuestra vida. Esa es la raíz. Y es lo que el Papa nos pide hoy. Volvamos a lo sencillo, a lo más original de nuestra vida. Estamos aquí porque alguien nos ha llamado, se ha fiado de nosotros y cree que podemos responder a ese amor. Y lo importante es saberlo compartir con los que están a nuestro alrededor, porque eso es un regalo.
P.- Francisco cumple en marzo seis años de pontificado. Como religioso, ¿ha revitalizado a la vida religiosa dentro de la Iglesia?
R.- No cabe duda de que el Papa tiene una sensibilidad especial por la vida consagrada. Francisco siempre tiene una palabra de agradecimiento para los religiosos. Cuando oigo hablar a nuestros pastores, oigo también que, en sintonía con el Papa, valoran mucho la vida consagrada, porque es un signo en la Iglesia. Si faltara la vida consagrada, algo le faltaría a la Iglesia, y esto el Papa lo repite con frecuencia.
P.- Un año y medio después de ser elegido secretario general de CONFER y haber conocido de primera mano la diversidad de carismas, ¿qué se lleva en su mochila?
R.- Encontrarme con una variedad de carismas y la riqueza de trabajo de laicos y religiosos es una suerte. También tener la oportunidad de ir llevando a cabo proyectos conjuntos con otras instituciones. CONFER quiere ir de la mano con todos aportando la riqueza que cada uno tenemos, sin evadirnos de nuestros propios proyectos. CONFER también apuesta por apoyar a aquellos institutos más pequeños. Me alegro de estar, y no por ser el protagonista, sino por tener la oportunidad de ayudar en el trabajo de quienes trabajan desde la sede y desde las CONFER Regionales y Diocesanas, que hacen un trabajo extraordinario.