Para el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, “no es la transparencia la que daña a la Iglesia, sino el abuso y su encumbrimiento”. Así lo expuso el arzobispo de Munich y Freising, Reinhard Marx, en la tercera jornada de trabajos del encuentro sobre “La Protección de los menores en la Iglesia”. Durante su ponencia, la más técnica de la cumbre antiabusos, abordó cómo debe ser la administración eclesial ante los casos de abusos.
El cardenal instó a “definir los límites del secreto pontificio” acorde con los tiempos actuales, sobre todo teniendo en cuenta la realidad de los nuevos medios de comunicación, además de aumentar la transparencia en los procesos judiciales. Marx entró así en una de las cuestiones más delicadas de cuantas surgen en los ámbitos clericales cuando se aborda la investigación de casos de pederastia. “En la era de las redes sociales, donde es posible que todos y cada uno establezcan contacto casi inmediatamente e intercambien información a través de Facebook, Twitter, etc., es necesario redefinir la confidencialidad y el secreto, y hacer una distinción con respecto a la protección de los datos”, planteó.
Procesos claros y transparentes
“Cualquier objeción basada en el secreto pontificio sería relevante solo si es posible indicar razones convincentes por las que el secreto pontificio debería aplicarse al enjuiciamiento de delitos relacionados con el abuso de menores. Tal y como están las cosas, no conozco estas razones”, sentenció. “Cuando el proceso el claro, transparente y concluyente se puede restablecer el honor de una falta acusación”, apostilló. Por eso, reclamó que “la Iglesia no debe operar por debajo de los estándarse de calidad de la justicia civil”.
De la misma manera instó a las Conferencias Episcopales a “publicar las estadísticas de los casos”: “Hay que mostrar los hechos de forma transparente. Hay que proteger los datos personales, pero callar las cosas solo contribuye a la sospecha”.
Sujetos de la administración
“Los procesos administrativos son transparentes si son comprensibles y rastreables”, reivindicó el cardenal, que señaló cómo todos los procesos relacionados con los abusos y víctimas deben ser “públicos y claramente definidos·. Pero, sobre todo, planteó la necesidad de humanizar estos mecanismos frente a la tentación de caer en una “estructura anónima de poder e incomprensible”. “Las personas no son meros objetivos de la administración, sino sujetos”, añadió el prelado alemán.
Marx denunció cómo se han ocultado y destruido documentos cruciales en las investigaciones sobre abusos: “En lugar de amonestar a los culpables, los derechos de las víctimas han sido pisoteados”, comentó a la vez que afirmó que “esto contradice a lo que la Iglesia debería representar”.
Ya el viernes, el purpurado se reunió durante hora y media con 16 víctimas de abusos de Ending Clerical Abuse, la entidad que aglutina a las principales asociaciones de supervivientes de abusos en todo el planeta. “Si la Iglesia pretende actuar en nombre de Jesucristo, si yo soy maltratado por su administración, no quiero tener nada que ver con este Jesús”, expresó en nombre de las víctimas y concluyó su intervención con una invitación a los presentes: “Tenemos que emprender con valentía este camino”.