Maradiaga: “La vida religiosa no es para héroes de cómic ni francotiradores”

El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga

“Él nos quiere santos, con audacia con fervor”. Con la base musical en su móvil, el cardenal arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arrancó su intervención en el simposio con motivo del 75º aniversario de la revista Vida Religiosa. El religioso salesiano animó a cantar a ritmo del que bautizó como “Tango de la santidad” a los casi 400 participantes del encuentro. “El padre Gabaráin fue mi maestro y le hice caso: primero busqué la letra. Luego no me salía la música y ¿Por qué no un tango?”, confesó.

Basado en la exhortación apostólica Gaudete et exultate, Rodríguez Maradiaga calificó su faceta como compositor como “travesuras que hago de vez en cuando, pero la música es imprescindible para que la alegría del Evangelio llegue a todos”.

“¿Cómo reparar tanto dolor vivido en los últimos tiempos? La santidad. Todos los fundadores de todas las congregaciones coinciden en plantear la santidad como el fin de todo instituto”, reafirmó. “Ojalá Gaudete et exultate no se quede en letra muerta”, expresó, un deseo que fue correspondido por una ovación del auditorio.

El amor como hoja de ruta

Tras este preámbulo y con el documento conciliar Perfectae caritatis como eje de su ponencia, Rodríguez Maradiaga subrayó que “la hoja de ruta de la vida consagrada es el amor, nuestra vida es fundamental es el amor. El mapa es el de la identidad carismática, que nos señala un lugar dentro de la Iglesia, con una identidad inconfundible y precisa, no genérica. El discernimiento funciona como gps nos conduce a ser presencia de Dios en todas partes del mundo y el reloj es el tiempo de hoy”.

El coordinador del G-6 creado por Francisco para guiar la renovación de la Iglesia, presentó “la casa de los religiosos” como “lugar teológico del encuentro”. En este contexto, el purpurado salesiano hizo un llamamiento a recuperar “la belleza de la vida de comunidad”. “Ya no es el tiempo de los francotiradores ni de los héroes de comic, ese estilo de religioso ya pasó. En un momento donde reina la soledad, el religioso debe sentir la comunión y la comunidad como su espacio vital por excelencia”, apuntó. Y añadió: “No podemos reducir nuestro institutos a un centro de servicios sociales o pastorales”.

El peligro de las modas

El cardenal hondureño hizo un análisis crítico del contexto actual de la vida religiosa en tanto que vive “una merma irreversible en el número y significatividad apostólica” dentro de un fenómeno que llamó “anemia vocacional”. Así, lamentó cómo muchas congregaciones en este proceso cayeran en la tentación de refundarse, de “adaptarse a la moda” o “estilos de vida laicalizados, relativistas o selfistas” y “muy alejados del cometido fundamental de la vida consagrada, sin vida ni mordiente apostólico”.

Rodríguez Maradiaga auguró un “vacío generacional para los próximos veinte años” fruto de la “autosecularización” sufrida en la vida religiosa, por lo que invitó a configurar “una pastoral vocacional no puede ser proselitista ni podemos pescar con red sino con anzuelo con muchos aspectos a considerar”. “Hay vocaciones, pero hay que merecerlas”, añadió.

“La vitalidad del Evangelio es el fulcro del que partir para la renovación y no todo lo demás, que puede obnubilarnos”, apostó, alertando de cómo en un tiempo reciente “las modas acabaron siendo formas de pensamiento y las formas de pensamiento ideologías y estilos de vida que convirtieron a los votos en una forma opresiva contra el desarrollo personal”. Esta perspectiva, según Rodríguez Maradiaga, llevó a una “visión reductiva de los votos” y caer en la tentación de que “la vida consagrada pueda caer en la ideología y en el gnosticismo”.

No al líder cacique

En esta misma línea, comentó que “hay que cambiar el estilo de la vida en comunidad para que sea robustecida, armonizar la comunicación entre comunidad y obra. Hay que cambiar el modo de presencia y el papel de ejercicio de las superioras, preparar para el liderazgo, la animación y el acompañamiento”. “Un líder no es un cacique sino que sabe concitar toda la riqueza de la comunidad para saber guiar y gestionar los recursos de las personas”, subrayó.

Rodríguez Maradiaga instó a los religiosos a trabajar firmemente en aras de la misión compartida promoviendo “la corresponsabilidad de los seglares” y concluyó con un mensaje de ánimo en el futuro para los religiosos españoles: “Queremos ver un presente que nos represente, porque no hemos venido aquí a mirar para atrás porque si no padeceríamos de tortícolis”.

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