El barrio de Alexandra es uno de los más pobres y violentos de Johannesburgo, la capital de Sudáfrica. En sus ocho kilómetros se reparten más de 500.000 personas entre casas sencillas y chabolas. Allí, donde la tasa de desempleo supera el 40%, el futuro de los niños afronta especiales dificultades por la falta de acceso a la educación, que los lleva a entrar en un círculo vicioso que desemboca en el crimen y las drogas para ellos y en la prostitución para ellas. Ante esta situación nació el proyecto ‘Art of living’, para que las mujeres de escasos recursos forjen su propio destino. Ozo Ibeziako, médica sudafricana responsable de este proyecto, ha sido galardonada con el Premio Harambee 2019 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. La entrevistamos al recogerlo estos días en Madrid.
PREGUNTA.- ¿Cómo es trabajar en el barrio?
RESPUESTA.- Como en cualquier ciudad grande, uno debe saber las medidas de seguridad y de prudencia. Nelson Mandela vivió allí. Él siempre dijo que Sudáfrica era para todos, para los negros y para los blancos, y que cada uno tiene que sacar adelante el país. Ahora estamos en una época de perdonar y de reconstruir. En 1999, varias mujeres del Opus Dei llegamos allí y, en 2012, comenzamos, junto a la ONG Komati Foundation, el proyecto ‘Art of living’, después de que una chica de este barrio que estudiaba arquitectura nos contara las dificultades que un joven de Alexandra tiene para acceder a la Universidad.
En África se dice que “educar a una mujer es educar a una nación”, y por eso nos decidimos, porque hacen falta mujeres bien formadas para sacar el país adelante. Un sacerdote misionero, que llevaba muchos años trabajando en el barrio, nos facilitó un local, que estaba casi en ruinas, donde poder comenzar a reunirnos con las jóvenes. Este es nuestro granito de arena para cambiar la sociedad.
P.- ¿Cómo consiguen dar el protagonismo a la mujer?
R.- El enfoque de nuestro proyecto pretende empoderar a la mujer en su mismo barrio para que ellas estén al frente de la historia del país, como siempre han estado. En el apartheid, la mujer sudafricana, con su perseverancia y esfuerzo, sacó adelante a su familia en un momento en el que los padres dejaban sus casas y emigraban a otras ciudades para buscar trabajo. Queremos capacitarlas para enfrentarse a la dificultad, darles elementos para que ellas puedan desarrollarse, reconocer su valía, sus talentos, sus potencias. Y, desde ahí, cambiar su familia y su entorno, su comunidad…
Los dos últimos años del colegio son muy importantes para después acceder a la universidad. Por eso, varias jóvenes de Alexandra que ahora estudian en la universidad visitan ‘Art of living’ con frecuencia, para ayudar a las chicas con lo que necesiten: a estudiar, a saber cómo solicitar el acceso a las universidades, a aprender a hablar en público… o a cosas tan rutinarias como saber llevar una casa. Ellas son la muestra de que se puede salir de esa situación, de que hay un futuro mejor también para ellas. Estas chicas han tomado la decisión y la responsabilidad de cambiar su vida y, de hecho, muchas madres vienen a preguntarnos qué necesitamos para que sus hijas sigan progresando de esta manera. Intentamos ayudarles para que se den cuenta de que la educación debe ser algo prioritario en su vida.
P.- ¿Han visto ya algunos frutos?
R.-Hay cinco chicas que pasaron por ‘Art of living’ que ya están en la universidad. No son muchas, pero es el inicio del cambio. Una de ellas se llama Rephabile. No conoció a sus padres y creció con su abuela, viviendo solo con su pensión. Pero ella se empeñó con todo su tesón y terminó el colegio con cuatro distinciones; actualmente, tiene una beca que le permite estudiar en la Universidad de Witwatersrand, una de las más prestigiosas de Sudáfrica.
Otra, Leratho, conoció ‘Art of living’ cuando ya había hecho la selectividad y no había sacado la nota suficiente para entrar en la universidad. Su madre es prostituta y nunca se ocupó de ella. Está decidida a no repetir el patrón de su madre y quiere hacer estudios superiores, pero no tiene dinero para hacerlo. Estamos trabajando para ver el modo de becar a jóvenes como Leratho. En total hay unas 500 mujeres, entre las jóvenes y sus madres, que vienen cada vez más a ‘Art of living’. Con las madres, por ejemplo, tuvimos una actividad sobre cómo manejar el estrés diario, porque viven situaciones muy difíciles y están muy agobiadas. En ocasiones están solas y todo el peso de la familia recae sobre ellas. Es muy bonito ver cómo abren el corazón.