Este curso han ingresado en las diócesis españolas 236 nuevos seminaristas, 64 menos que el año anterior, cifra que evidencia, una vez más, la falta de vocaciones en el marco de una sociedad secularizada y envejecida.
Esta carestía lleva a preguntarse si la actual estructura de los seminarios diocesanos corresponde a la realidad, tanto en lo que se refiere a los programas formativos, al acompañamiento personal a los futuros sacerdotes, como al número y organización de los centros existentes. De la misma manera, tampoco pueden obviarse otras cuestiones como la integración de los seminarios Redemptoris Mater, pertenecientes al Camino Neocatecumenal, presentes en quince diócesis. Hasta la fecha, y al margen de los esfuerzos por establecer un marco general en torno a la ‘Ratio Fundamentalis’ vaticana, todas estas cuestiones se han abordado de manera tangencial en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, dejando caer, una vez más, que se trata de un asunto a solventar por cada obispo. Establecer un sistema de reinos de taifas para los seminarios, implica caer en una cortedad de miras que en nada ayuda ni a la pastoral vocacional ni a la formación de los pastores del mañana.