En la audiencia que mantuvo este lunes, 18 de marzo, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano con unos 70 religiosos y monjas de la familia carismática de los camilos, el papa Francisco advirtió sobre el riesgo de que la palabra ternura “se caiga del diccionario”. Pidió volver a utilizarla porque sin ella, “el cristianismo no va”, y destacó que “la ternura es una actitud propiamente cristiana”, así como también supone “la médula de nuestro encuentro con las personas que sufren”.
El Papa celebró la figura del fundador de esta realidad eclesial, San Camillo de Lellis y su carisma, dedicado a “dar testimonio del amor misericordioso de Cristo hacia los enfermos”, para destacar más adelante la doble aportación de sus seguidores. Por un lado se dedican a “asistir directamente a los enfermos, especialmente a los más pobres, en sus necesidades corporales y espirituales”, pero también “enseñan a otros el mejor modo de servir” a quienes sufren alguna enfermedad. Su labor supone así un “beneficio para la Iglesia y para la humanidad”.
Intercambio recíproco
En su alocución, Francisco recordó que algunos religiosos camilos vivieron su misión “en modo heroico”, por lo que se han convertido en “modelos de santidad”. Este carisma sigue hoy plenamente vigente porque “el gran don que habéis recibido es todavía actual y necesario en nuestra época, porque está fundado sobre la caridad que no tendrá nunca fin”.
La familia carismática de los camilos está hoy formada por diversas realidades de religiosos, religiosas, consagrados seculares y fieles laicos. Ninguna de estas entidades “es depositaria ella sola del carisma”, destacó Bergoglio, pidiendo un “intercambio recíproco de los dones que enriquece a todos”. Lo consideró la mejor manera de cumplir con la misión propuesta por San Camillo de Lellis: “Dar testimonio en cualquier tiempo y lugar del amor misericordioso de Cristo hacia los enfermos”.