Masacre en dos mezquitas de Nueva Zelanda. En nuestra última campaña, los jóvenes graduados y graduadas de JEC decíamos así: “En medio de esa confusión en la que a veces nos sumen los relatos de tantas tragedias que, a menudo sentimos demasiado lejanas, surge una mirada hacia el otro como invasión, como peligro, como amenaza. Se crea un caldo de cultivo de intolerancia, de desconocimiento, de incomprensión, que lleva muchas veces a creencias diferentes a las nuestras, como foco y generador de tanta barbarie. Vemos el surgimiento de brotes de intolerancia y xenofobia que nacen del prejuicio y del más profundo desconocimiento de las identidades y los pueblos”.
Por la tolerancia y el diálogo interreligioso
Trabajamos, durante 2 años, el diálogo interreligioso en nuestros grupos de vida. Como siempre, pensamos que a través del conocimiento y la educación conseguiremos transformar nuestro alrededor, en aquellos temas en los que tenemos que educar la mirada y el sentir, y que a nivel general necesitan de esta misma mirada y de este sentir. Partiendo de la vida, pararnos a ver nuestro conocimiento y experiencia respecto a las realidades de otras religiones.
Vivimos en un mundo globalizado, en el que tenemos la oportunidad de aprender y enriquecernos en el conocimiento de gran variedad de culturas, creencias, costumbres y formas de vivir. En nuestras clases, en nuestros trabajos, en nuestros barrios convivimos con personas venidas de distintas partes del mundo. Nos hablan con otros lenguajes, otras miradas de la realidad, otras maneras de sentir y comprender la vida.
Paradójicamente hoy, cuando parece que tenemos a nuestro alcance como nunca la ocasión de acercarnos con profundidad a la verdad que late detrás de cada ser humano, desde la riqueza que suponen las creencias, lenguajes y culturas, asistimos a la escandalosa vergüenza de cerrar las puertas y fronteras de nuestros países y nuestros corazones ante el drama de tantas personas hermanas que huyen de la guerra, de la miseria, de la explotación o el hambre.
Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común
En un hito histórico sin precedentes, como fue el documento firmado por el papa Francisco y el gran imán de Al- Azhar el pasado febrero, podemos leer, entre muchas cosas: “Una declaración común de una voluntad buena y leal, de modo que invite a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar juntas, para que sea una guía para las nuevas generaciones hacia una cultura de respeto recíproco, en la comprensión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos.”
En nombre de Dios, de los hombres, de las mujeres, de la libertad, de los empobrecidos… dirigido a filósofos, intelectuales, artistas, hombres y mujeres de cultura, nosotros mismos y a los líderes del mundo para que redescubran y redescubramos los valores de la paz, justicia, convivencia, y para que intervengan ante el derramamiento de sangre, guerras o degradación ambiental.
Este documento debería ser de obligado estudio en las clases de institutos y universidades (para creyentes y no creyentes), e invitar al conocimiento de todas las religiones que coexistimos en el mundo para conseguir la fraternidad mundial entre todas las personas: “Para alcanzar la paz universal y que la disfruten todas las personas en esta vida”.