Austrialia del Espíritu Santo

Fernandez Sangrador(Jorge Juan Fernández Sangrador– Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y director de la BAC)

“La evangelización de la parte occidental de Australia estuvo a merced, en gran medida, de benedictinos españoles (…) Produce emoción considerar que, en Australia, los jóvenes hayan sido convocados por el Papa para que, en 2011, vengan, como si de un retorno a las fuentes se tratase, a España”

Se dice que los escritos que han determinado el destino de la humanidad son la Biblia, las cartas en que Colón anunció el descubrimiento de América y el memorial octavo de Pedro Fernández de Quirós, enviado en 1606 al rey de España; en él se daba cuenta de la existencia de tierra habitable en el hemisferio sur, a la que el capitán español denominó Austrialia del Espíritu Santo en homenaje a la Casa de Austria. El nombre, aunque sin la primera “i”, ha perdurado en su forma hispánica (Australia) hasta el día de hoy sin que nunca se hubiera llegado a proponer una variante inglesa (Australy) o francesa (Australie) que reemplazase aquélla.

La evangelización de la parte occidental de Australia estuvo a merced, en gran medida, de benedictinos españoles. Dos monjes del monasterio compostelano de San Martín Pinario, José Benedicto Serra y Rosendo Salvado, abandonaron España y marcharon a Italia a causa de la desamortización de Mendizábal; requeridos para trabajar en la cristianización del quinto continente, fundaron, en 1846, la misión de Nueva Nursia y fueron los protagonistas principales de una memorable labor apostólica realizada entre los aborígenes australianos.

Ningún territorio mejor que el avistado y bautizado por Pedro Fernández de Quirós para celebrar la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, cuyo lema, elegido por Benedicto XVI, era un versículo de Hechos de los Apóstoles: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos”. Y produce emoción considerar que, en Australia, los jóvenes hayan sido convocados por el Papa para que, en 2011, vengan, como si de un retorno a las fuentes se tratase, a España, pues ella ha sido ciertamente, también en aquellas latitudes, portadora de la luz del Evangelio y de las primeras semillas de vida cristiana.

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