“El sello sacramental es indispensable y ningún poder humano tiene jurisdicción, ni puede reclamarlo, sobre él”. Así lo ha recordado hoy, 29 de marzo, el papa Francisco, durante la audiencia a los más de 700 participantes del XXX Curso sobre el Foro Interno promovido por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, que ha confesado que prefiere llamarlo “el Tribunal de la misericordia”.
“La reconciliación en sí es un bien que la sabiduría de la Iglesia siempre ha salvaguardado con toda su fuerza moral y jurídica con el sello sacramental. Aunque no siempre es entendido por la mentalidad moderna, es indispensable para la conciencia del penitente; que debe estar seguro, en cualquier momento, de que la conversación sacramental permanecerá en el secreto del confesionario, entre la conciencia que se abre a la gracia y a Dios, con la mediación necesaria del sacerdote”, ha agregado.
Asimismo, el Papa ha expresado su preocupación por quienes usan la información privilegiada del confesionario para tomar decisiones. “Esto no puede salir al exterior; es pecado, es un pecado contra la dignidad de la persona que confía en el sacerdote y manifiesta su realidad para pedir perdón, y luego se usa” con otros fines. Francisco ha mostrado su enfado al conocer que los superiores de algunos grupos de la Iglesia acostumbran a estas prácticas.
El misterio de la misericordia
Por otro lado, Jorge Mario Bergoglio ha hablado sobre la importancia del ministerio de la misericordia, que “requiere una formación adecuada, de modo que el encuentro con los fieles que piden el perdón de Dios es siempre una verdadera reunión de salvación, en la cual se encuentra el abrazo del Señor percibido en toda su fuerza, capaz de cambiar, convertir, sanar y perdonar”.
Francisco no ha obviado que la confesión –”y con ella la sensación de pecado”– “está en crisis”. Sin embargo, “la gran participación de sacerdotes –en el evento– testimonia el interés permanente en trabajar juntos para enfrentar y superar la crisis con las ‘armas de la fe’, y ofrecer un servicio cada vez más cualificado, capaz de manifestar realmente la belleza de la Divina Misericordia”.
Según sus palabras, “Jesús vino a salvarnos, revelándonos el rostro misericordioso de Dios y acercándonos a él con su sacrificio de amor. Entonces siempre debemos recordar que el sacramento de la reconciliación es una forma real de santificación; es la señal efectiva que Jesús dejó a la Iglesia para que la puerta de la casa del Padre siempre permaneciera abierta y que el regreso de los hombres a Él siempre fuera posible”.
La confesión sacramental es el camino de la santificación tanto para el penitente como para el confesor, ha recordado el Papa. “El sacramento de la penitencia es un ‘hermano’ del bautismo. Para nosotros, sacerdotes, el cuarto sacramento es el camino de la santificación en primer lugar cuando, humildemente, como todos los pecadores, nos arrodillamos ante el confesor e imploramos para nosotros la divina Misericordia. Siempre recordamos, y esto nos ayudará mucho, antes de ir al confesionario, a ser primero perdonados pecadores y, solo más tarde, ministros del perdón”.