El párroco Juan Carlos Farías mostró las llaves del templo que sería dedicado unos minutos más tarde y las más de 300 personas de la comunidad aplaudieron expresando así su alegría por volver a tener el templo parroquial que desde el año 2010 estuvo destruido y que luego vieron su demolición, seguida de un lento proceso de construcción.
Es la parroquia de Isla de Yáquil, un sencillo poblado rural a 120 kilómetros al sur oeste de Rancagua, cuyo templo parroquial tenía su origen en un antiguo convento y casa de ejercicios espirituales fundado en 1871 y cuyo templo destruido por el terremoto de febrero del 2010 fue construido en 1914.
Labor titánica
Con esta dedicación sólo restan 6 templos por concluir sus obras de restauración o reconstrucción, de los 51 que quedaron severamente dañados por el terremoto. Esta labor titánica ha sido posible por el entusiasmo y trabajo perseverante de las comunidades parroquiales lideradas por sus párrocos. Muchas de ellas encontraron generoso apoyo en donantes privados que aportaron los recursos. Además, gestiones de parlamentarios y autoridades del gobierno regional hicieron posible abrir una brecha por tres años para acceder a fondos del Estado los que financiaron la reconstrucción de 25 templos en la diócesis de Rancagua por un monto cercano a los 30 millones de dólares.
La ceremonia de dedicación del templo de Isla de Yáquil contó con la presencia del Intendente Regional, el Alcalde comunal y varias otras autoridades civiles. El obispo Fernando Ramos, administrador apostólico de Rancagua, expresó en la ceremonia que “los templos parroquiales y las iglesias están muy vinculadas con las comunidades. La gente fue bautizada y han hecho parte de su vida cotidiana en ellos, así que cuando han venido terremotos y los han destruido o los han dejado en malas condiciones, es también la comunidad la que queda resentida y adolorida por eso. Ahora gracias a Dios, y a la participación también del Estado, podemos recuperarlos y es la gente también la que se recupera”, dijo Ramos.
En su intervención el párroco Juan Carlos Farías recordó que “fueron 9 años de golpear puertas, pues con el terremoto de 2010 no sólo quedó inutilizable por daños estructurales el templo, sino también las salas parroquiales y la casa. Esto provocó que hubiese que demoler todo, lo cual generó mucha tristeza e impacto en la comunidad”. Con el templo colmado de integrantes de la comunidad parroquial, en la Misa de Dedicación se vivió el entusiasmo por haber recuperado este lugar de encuentro.