Roma
Francisco ha inaugurado las celebraciones de la Semana Santa con la procesión del Domingo de Ramos y la celebración de la eucaristía en la Plaza de San Pedro. Las dos vertientes del domingo, palmas y pasión, se hacen presentes en los caminos de las personas de hoy “porque en ese evento el maligno, el Príncipe de este mundo, tenía una carta por jugar: la carta del triunfalismo, y el Señor respondió permaneciendo fiel a su camino, el camino de la humildad”, decía el pontífice.
Frente a esto, el Papa reivindicó la actitud fiel de María y de “innumerables santos y santas han seguido a Jesús por el camino de la humildad y la obediencia”. Esos santos y santas “‘de la puerta de al lado’, que solo Dios conoce, y que a veces a él le gusta revelarnos por sorpresa”. Por eso a los jóvenes les ha pedido: “No os avergoncéis de mostrar vuestro entusiasmo por Jesús, de gritar que él vive, que es vuestra vida. Pero al mismo tiempo, no tengáis miedo de seguirlo por el camino de la cruz. Y cuando sintáis que os pide que renunciéis a vosotros mismos, que os despojéis de vuestras seguridades, que os confiéis por completo al Padre que está en los cielos, entonces alegraos y regocijaos. Estáis en el camino del Reino de Dios”.
Sevilla
Este año en Sevilla el pregón ha sido cosa de un mujer, por primera vez en la historia de este consolidado pregón. Ha sido la periodista de Canal Sur Radio Charo Padilla que a través de las ondas ha podido llevar mucho sentimiento cofrade. Y es que Padilla lleva 30 años trabajando y contando a pie de paso lo que ocurre en torno a la Semana Santa y las cofradías en el programa “El llamador”.
En su pregón recordó a su madre y sus tardes de pasión durante la infancia en el barrio de la Macarena, ella que nació en plena calle Sierpes. Además de pasar por recuerdos de Triana con la Esperanza o el Cachorro, el Gran Poder o del Señor Cautivo de Santa Genoveva, ha ido a las periferias.
Precisamente el recorrido de hermandades de su pregón ha comenzado en la barriada de las Tres Mil Viviendas, con la agrupación parroquial Bendición y Esperanza. Este proyecto lo descubrió al tener que hacer un reportaje sobre cómo también en este barrio querían fundar una banda y tocar en plena Sevilla.
Así lo relataba:
Me gustaría llevaros a un sitio donde los mantos no se bordan en seda y oro, donde no hay bullicio delante de un paso. Donde es más importante tener un plato de comida en la mesa cada día que… bueno, quizás sea lo único importante. Aquí, en el Polígono Sur, no se toman decisiones sesudas de cabildo, no hay discusiones por llegar a ser hermano mayor, no hay niños vestidos de Domingo de Ramos, ni túnicas colgadas de un armario. Aquí hay un paso que sale cada Viernes de Dolores desde el año 2010 y que arrastra tras de sí a cientos de devotos del barrio. Como una romería. Un paso hecho por los hombres y mujeres del Polígono Sur. Aquí hay una agrupación parroquial: ‘Bendición y Esperanza’.
En esos metros cuadrados que rodean la parroquia de Jesús Obrero se hace Iglesia. Con mayúsculas. Aquí, muy cerca del lugar donde dentro de siete días se concentrarán todas nuestras emociones, hay hombres y mujeres que luchan día a día por salir adelante. […] Crucé la verja que rodea el gran patio que tiene la iglesia. Dentro había un grupo de chavales jugando al fútbol. Junto a la parroquia estaban ya los pilares de lo que luego se convertiría en la Fundación Proyecto Don Bosco. Diez mil metros cuadrados donde se percibían la esperanza, la fe y la confianza en que todo es posible.
En la parte trasera de la parroquia me los encontré. Eran pocos, unos 10 o 12 chicos y chicas. ¿Sería posible que de allí saliera una banda de música? Lo de tocar en Sevilla (qué gracia, hablamos de Sevilla como si estuviéramos a 200 kilómetros), lo de tocar en Sevilla era ya cosa de locos.
Pues lo hicieron, ya creo que lo hicieron. Ahora van abriendo paso a la cruz de guía en algunas hermandades. ¿Ustedes saben lo que es eso? Pues sepan que están ahí y que forman parte de nuestra Semana Santa, que también es la suya. A ellos, con mucho orgullo, quiero darles su sitio en este pregón. Sí, ya sé que hay tantas cosas importantes que decir, que contar. Lo sé. […]
ELLOS forman la Agrupación musical Santa María de la Esperanza… ¡A Dios por la música! ¡Al corazón de Sevilla por los barrios! ¡No les deis la espalda! ¡Son jóvenes, nuestros jóvenes, y vienen del Polígono Sur!
Málaga
Más allá de polémicas políticas y de campaña con el Cristo de Mena, la Semana Santa de Málaga sigue sintiendo y emocionándose con Antonio Banderas y su Pregón de Semana Santa de 2011. El actor comenzó diciendo que “podría dedicar este pregón a hablar de una Semana Santa de devoción profunda, de la que sitúa en el centro de las celebraciones pasionales al verdadero protagonista, ese Jesús de Nazaret con el que cruzamos nuestras miradas en las calles de Málaga, el que nos abre la puerta a la reflexión profunda, el revolucionario del amor al prójimo, el amigo de la justicia, de la dignidad, de la libertad, el amigo del que no tiene nada”. Así, a quemarropa.
A lo que siguió: “Pero realmente, lo que me pide el cuerpo, de lo que yo quiero hablar esta noche aquí es de la gente. De los que viven la Semana Santa de forma callada, del nazareno de la vela que renuncia a su identidad personal, para formar parte de la identidad colectiva. De la señora que, invisible entre la gente, en una esquina cualquiera, de una calle cualquiera, se santigua emocionada al paso de un Cristo o de una Virgen. De los que caminan detrás de un trono en busca de alivio, o de una esperanza, o una respuesta. Sí, hablar de esa gente que a veces observamos o a veces somos”.
Como los santos de la puerta de al lado de Francisco, Banderas descubre las huellas de Dios en la Semana Santa a través de personajes como Vaquerito y sus amigos del tablado flamenco, al que la vida no le ha tratado bien y el alcohol le ha dejado casi desahuciado hasta que se topa de frente con la mirada de Nuestro Padre Jesús de la Columna:
Se da cuenta este hombre antiguo, que allí, de pie, plantado sobre este cruce de caminos, se están desatando los nudos que lo han tenido preso de sus propios demonios. Nota que alguien le quita el tremendo peso que había acarreado sobre su cuerpo cansado durante muchos años que a él le parecieron siglos. Cuando ya salen de su garganta los últimos golpes de voz, los últimos latigazos de su saeta, baja la mirada y repara en las manos de Jesús atadas a la columna. Un ciclón de preguntas eternas se le vienen a la cabeza. Se pregunta Vaquerito el por qué de todos los enigmas, de todos los misterios, de todas las tribulaciones, y sobre todo el por qué del sufrimiento de ese Sagrado gitano envuelto por el halo mágico de esta noche de Lunes Santo. La respuesta viene flotando suave, en forma de viento cálido, o quizás de aliento, o de susurro. Se le mete a Vaquerito en el cuerpo y allí se quedaría hasta el fin de sus días. Se concreta en una palabra, en un concepto, en una idea. La más simple, la más profunda, la más difícil. Amor, esa es la clave, la respuesta a todas las preguntas.
Y perdona Vaquerito a todos los que le habían hecho daño, a los que lo dejaron atrás, a los que se rieron de él, y sobre todo se perdona a sí mismo. Y el susurro comienza a crecer, se va haciendo tan grande que despierta a Vaquerito de su sueño breve, de su diálogo íntimo con el Moreno, para encontrarse con una calle que lo ovaciona, con un olé emocionado cuyo eco permanecerá en el corazón de aquellos afortunados que han tenido la suerte de presenciar este momento. Se pierde Vaquerito entre la masa de gente, guardando para siempre, con humildad, esos cinco minutos de gloria merecida, y la esperanza de una vida a la que le ha puesto un parche, un remiendo que lo anima a seguir la ruta de su existencia. Los que le abren camino para dejarle pasar escuchan que éste va diciendo «gracias Señor, gracias Dios mío, gracias, gracias». Un alma agradecida. Eso es lo que se lleva hoy Vaquerito. Pero detrás de él deja la estela de su grito apasionado que queda suspendido en el aire limpio de la noche. Ha recorrido las aceras, las terrazas y los balcones.