Desde hace 4 años la plataforma #IglesiaporelTrabajoDecente reivindica la necesidad de optar por un sistema económico y laboral que no excluya a las personas, rompiendo la actual lógica de pensar y organizar el trabajo desde lo económico e intereses de unos pocos. A lo largo del año existen dos días claves en torno al trabajo decente: 1 de mayo y 7 de octubre, en los que se organizan actividades de reflexión, sensibilización y denuncia en todo el país.
Es un espacio en el que distintas asociaciones que trabajamos en distintos campos nos unimos para defender algo que consideramos común, elaboramos un trabajo conjunto durante todo el año sabiendo que nuestro horizonte es tener a la persona en el centro de todo lo que hagamos. Para mí, es un ejemplo de cómo trabajar para construir ese mundo mejor que deseamos.
Hoy es 1 de mayo y quiero compartir el trabajo elaborado para la campaña de este año:
Priorizando a las personas
Queremos celebrar el sentido creador del trabajo, y poner de relieve la urgente necesidad de poner fin a la lacra de la precariedad laboral que caracteriza el actual sistema de relaciones labores y que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias.
La indecente precariedad del trabajo está afectando duramente a la juventud hundida en una pobreza crónica que les imposibilita un proyecto de vida; a familias cuyas necesidades básicas quedan sin asegurar o sin cubrir; y a personas mayores que sufren una vejez sin calidad a causa de unas pensiones indignas. Se trata de situaciones provocadas por un sistema capitalista injusto que sitúa el trabajo, no como fuente de vida y dignidad, sino como recurso al servicio imperioso del capital a costa de la precariedad latente de las personas trabajadoras y de la exclusión de todos a los que el papa Francisco define como “descartados”.
Afirmamos que el trabajo es esencial para la vida de las personas porque ayuda a construir nuestra humanidad. Para ello tenemos que exigir a políticos, gobernantes y poderes económicos unos derechos que son básicos para la construcción de una sociedad cuyo sentido y función sirvan al bien común.
Descartamos la indecente precariedad
Reclamamos que se sitúe a la persona en el centro de la vida política, de las relaciones laborales y del trabajo, a fin de abordar la indecente precariedad; que se haga efectivo por parte de los poderes públicos el derecho a un trabajo digno para todas las personas; que se reconozca social y jurídicamente el trabajo de cuidados.
Para ello necesitamos un planteamiento nuevo de políticas sociales, de género y educativas que facilite una prestación de los cuidados compartida por hombres y mujeres, y que posibilite una igualdad real de oportunidades en el lugar de trabajo. Afirmamos que el trabajo es para la vida.
Toda la comunidad cristiana está llamada a visibilizar y denunciar la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la negación de dignidad que supone. Desde nuestras asociaciones, parroquias o lugares de compromiso, todas podemos hacer algo. Es esencial para toda vida humana.
Consulta el sitio web y los materiales del 1º de Mayo de 2019