El olfato es un sentido poco conocido, poco explorado, incluso desde el punto de vista científico. Para entenderlo más entrevistamos a Enrico Alleva, etólogo con una larga y considerable carrera científica en importantes instituciones italianas y otras internacionales. El científico ha sido alumno y colaborador de premios Nobel como Rita Levi Montalcini y Daniel Bovet. Desde 2004 dirige el área de Neurociencia del Comportamiento, del Departamento de Biología Celular y Neurociencias del Instituto Superior de Salud.
PREGUNTA.- ¿Por qué es tan importante el olfato para los humanos?
RESPUESTA.- El ser humano no tiene la agudeza sensorial de otras especies animales, algunas de ellas alcanzan niveles inimaginables por el ser humano: un ejemplo es el gusano de seda macho que huele a la hembra a kilómetros de distancia gracias a sus antenas con plumas multidireccionales. En la especie humana el olfato se considera el último en la jerarquía de los sentidos, aunque se sospeche que las moléculas olfativas producen muchos más efectos de los que se conocen, especialmente en la comunicación interpersonal (lo que se llama la “química” de las relaciones).
El olfato juega un papel fundamental en la esfera afectiva y emocional, ya que está directamente conectado tanto con el hipocampo (la estructura cerebral que gestiona la memoria) como con la amígdala cerebral y el sistema límbico, partes del cerebro responsables de gobernar las emociones. La experiencia olfativa, a través de la asociación con experiencias y recuerdos pasados, está cargada de profundos significados según la propia historia y cultura personal.
La percepción olfativa en la especie humana sigue dos caminos: el clásico, que pasa por la corteza cerebral y es un camino consciente, y el accesorio, también llamado reptil, que pasa por el órgano vomeronasal. Este órgano tiene la función de capturar feromonas y genera información olfativa que no llega al estado de conciencia pero que, según visiones reduccionistas, tiene que ver con la vida de relación y determinan preferencias como las de apareamiento.
P.- ¿Qué papel juegan las feromonas en los humanos?
R.- Los estudios sobre la presencia y el posible papel de la percepción quimio sensorial en la determinación de las opciones y en los comportamientos no son fáciles de asumir, ya que el sistema social y relacional humano es muy complejo y los componentes culturales y de aprendizaje juegan un papel importante. Aunque en los años anteriores hubo un gran aumento de estudios relacionados con las feromonas humanas, hasta la fecha no hay una evidencia definitiva de la presencia de feromonas en los humanos.
P.- Parece que puede haber una diferencia de género en el sentido del olfato.
R.- En la especie humana son las mujeres las que muestran una mayor agudeza olfativa, no está claro si por razones biológicas ligadas a la historia natural de nuestra especie o, vista la plasticidad del sistema olfativo, a la historia personal, es decir, a la exposición a un mayor número de moléculas olfativas, por ejemplo, en la preparación de los alimentos. En la especie humana, las diferencias están relacionadas con la edad.
El estándar del olfato ya está establecido en el útero. Entre la quinta y undécima semana intrauterina aparecen de hecho los primeros receptores del sentido del olfato y se comienzan a formar nervios y bulbos olfativos, mientras que en la duodécima semana aparecen las papilas gustativas, receptores del gusto, un sentido estrechamente relacionado con el sentido del olfato. A lo largo de la fase prenatal, la audición y el olfato, en la jerarquía de los sentidos, son muy importantes. El feto conoce la voz de la madre, y recibe estímulos gustativos y olfativos que provienen de la dieta de la madre y entran en la composición del líquido amniótico.
El recién nacido nace con una memoria olfativa que le permite orientarse en el nuevo entorno con mayor tranquilidad y, al tener tendencia a un fenómeno básico llamado neofobia, se alimenta de leche materna porque reconoce sus olores. El olfato es muy importante en los primeros meses de vida; después su papel disminuye, tanto por su menor uso en comparación con otros estímulos sensoriales, como por el establecimiento de una mayor complejidad en las funciones intelectuales que se localizan en la corteza cerebral y que se vuelven decisivas en el aprendizaje de conductas.
P.- En conclusión, el sistema del olfato es muy complejo y pasamos por alto muchas de sus implicaciones en nuestras vidas.
R.- Por supuesto, no debemos olvidar que existen fuertes diferencias culturales ligadas a la percepción de los olores, muchos rituales como el hecho de las abluciones o de incensar, tienen que ver con este sentido. Es importante recordar que el olfato es un sentido que crea hábito muy fácilmente, un olor demasiado conocido ya no se siente, en el sentido de que ya no te das cuenta de su presencia, e incluso esto puede tener un valor cultural.