Pensar y resistir

(Francesc Torralba Roselló– Profesor de la Universidad Ramón Llull)

“Pensar es, como dijera Nietzsche, una actividad intempestiva que resiste a su presente llevándolo hasta su propio límite. Pertenece a su tiempo, en él experimenta, pero no se puede reducir a su presente, porque éste es sólo lo que somos y estamos dejando de ser”

Si las sociedades democráticas son aquéllas en las que falta creación y sobra comunicación, las sociedades de amigos, como las presentaba Platón, estaban integradas por personas dispuestas a luchar por la verdad. En ellas, pensar significaba descubrir, buscar nuevas posibilidades de vida.

Según expresa Gilles Deleuze, pensar es resistir, ejercer la crítica afirmativa. Pensamiento y vida deben entrar en un círculo en el que se empujen mutuamente; el pensamiento tiene que afirmar la vida, a la vez que la vida debe ser la fuerza activa que se apodere del pensamiento. La teología no debería quedar fuera de tal proceso. 

Pensar es, como dijera Nietzsche, una actividad intempestiva que resiste a su presente llevándolo hasta su propio límite. Pertenece a su tiempo, en él experimenta, pero no se puede reducir a su presente, porque éste es sólo lo que somos y estamos dejando de ser, mientras que todo experimentar apunta a lo que se está haciendo, a lo que estamos deviniendo. El pensamiento no puede ser encasillado en la historia, porque es cuestión de devenir. Pensar significa diagnosticar y potenciar en cada momento nuestros futuros, llevar al presente hasta desbordarse para poder pensar de otro modo.

Se trata de encontrar nuestros propios futuros y de establecer, así, alianzas impensadas entre elementos heterogéneos. Hacer proliferar el deseo, multiplicar las dimensiones de lo real, en definitiva, liberar la línea del punto y hacer mundo entre las cosas. Todo pensar es minoritario, está cargado de potencia revolucionaria porque se da siempre en relación con un sistema de dominación.

Se piensa y se crean conceptos destruyendo la imagen dogmática del pensar. Se habla o se escribe haciéndose extranjero de la propia lengua, liberando su potencia de los sistemas mayoritarios de poder.

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