¿Cómo va a tener el mes de Ramadán una lectura feminista? Esta será la pregunta que muchas feministas se harán, como lo harán un número similar de personas musulmanas. El feminismo no es islámico, es feminismo. El Islam no es feminista, es islam. ¡Vaya! Qué esquizofrenia.
Tal vez habría que empezar por llegar a consensos y saber si se parten desde la misma definición de conceptos. Lo cierto es que en ambas opciones se ha construido un imaginario que no siempre corresponde con la realidad. Unas pensarán que Islam es sinónimo de religión, monoteísta y además patriarcal, mientras que otras pensarán que el feminismo es el movimiento que persigue las libertades de las musulmanas impidiendo que se muestren públicamente como musulmanas, sin pañuelo. Dos lecturas para un único resultado: prejuicio.
Uno de los principios islámicos que se viven durante el Ramadán, y comparte igualmente el feminismo, es la igualdad. Donde unas ven una salvajada estar todo el día entero sin comer ni beber, otras experimentan que no importa el sexo o el género de la persona, ni su origen, ni su tonalidad de piel, ni su cultura o lengua, tampoco es relevante la situación social o económica, ni la ideología, pensamiento o sensibilidad. Ante el ayuno todas las personas quedan igualadas. Parten de un mismo punto de salida, la precariedad y la búsqueda interior. Sin diferencias. Un profundo viaje íntimo que coincide en un momento de búsqueda colectiva a escala mundial.
Pueden quedarse con absoluta tranquilidad. El ayuno no es una herramienta de limpieza natural para quedarse con los ejemplares más fuertes de la especie humana. Durante el mes de Ramadán quienes ayunan se acercan al significado de sentir hambre y sed, de entender el hiyab y bajar la mirada, de contener la lengua y la palabra, tomando tiempo para la reflexión y en definitiva rompiendo con la rutina, esa que termina adormeciendo las mentes.
Tal vez cobre aquí protagonismo uno de los sentidos originarios del concepto coránico hiyab, bajar la miraba, o lo que es lo mismo no acosar visualmente a las mujeres. Sí, el hiyab se dirige a ellos también. Donde unas ven “qué tío más radical que ni me mira al saludarme”, otros entienden que el ayuno es un programa de lavado de su mirada que dura 30 días, para aprender a mirar desde el respeto.
Durante las noches de Ramadán las comunidades musulmanas realizan la salat al Tarawih, la oración nocturna. Así, mientras unas lentes ven en el Islam una religión que niega el liderazgo de las mujeres, otras recuerdan la figura de Aisha, pilar fundamental en el Islam, dirigiendo el tarawih en Medina, delante de su comunidad. Donde unas ven un acto radical que una musulmana deje de maquillarse durante el mes de Ramadán, otras realizando un acto de subversión contra el consumismo y se quieren a sí mismas, tal y como son, con naturalidad.
“Las mujeres son hermanas (iguales) de los varones” profeta Muhammad.
Ramadán Mubarak