Editorial

Evangelizar la declaración de la renta

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Los contribuyentes españoles tienen hasta el próximo 1 de julio para presentar su declaración de la renta. Y todos ellos podrán elegir si deciden destinar el 0,7% de sus impuestos a la Iglesia, a diferentes fines sociales o si, por el contrario, deciden que directamente recaigan en las arcas del Estado. Se trata de un referéndum que se efectúa al marcar o no una casilla en la que la Iglesia se la juega de año en año a través del veredicto de la ciudadanía.



Desde que se reformara el proceso de asignación tributaria para que no se destinase ni un solo euro público a las actividades eclesiales, la Conferencia Episcopal Española ha acrecentado las medidas de trasparencia en aras de rendir cuentas precisamente ante los españoles que confían en ella. Así se justifica que las diócesis hayan asumido un modelo común para contabilizar sus finanzas, la aplicación de criterios éticos en materia de inversiones, las auditorias externas o la elaboración de la memoria anual de actividades.

En este sentido, no debe haber hueco para la relajación, sino más bien para incrementar, todavía más, los instrumentos a su alcance con la finalidad de hacer partícipe a la opinión pública de cómo la presencia de la Iglesia revierte en la sociedad.

En ocasiones, esta entrega se puede cuantificar, pero en la mayoría de los casos, no solo no resulta difícil de determinar, sino que es impagable. Sin embargo, en medio de la actual plaza global en la que concursan múltiples actores, la Iglesia no puede permitirse el lujo de dar por supuesto que el ciudadano de a pie conoce al detalle qué es lo que hace y a qué dedica sus recursos. Máxime cuando un día sí y otro también se acumulan las campañas de descrédito político o se redunda en la falacia de los falsos privilegios eclesiales. No se trata tanto de presumir ni de sacar pecho de lo que se hace, cuanto de corresponder con el derecho a la información de los contribuyentes.

En una sociedad secularizada en la que en pocos años se ha reducido de forma significativa el número de católicos vinculados a sus parroquias de forma activa, no se ha visto mermado el apoyo a través de la declaración de la renta. Por eso, no estaría de más que el esfuerzo pedagógico se concentrara en transmitir, tanto a los que han dejado de pisar los templos como a las nuevas generaciones, cómo sacerdotes, religiosos y laicos desgastan su vida en favor de los demás, especialmente de los más necesitados, invisibles para las Administraciones. Porque hacerles partícipes no deja de ser una forma de evangelizar a los que, quizá, hoy por hoy, no crean en Dios ni en la Iglesia, pero sí en la X que representa a todos aquellos por los que sí merece la pena creer.