En estas semanas, a través de Internet o presencialmente en alguna de las miles de delegaciones de Hacienda repartidas por toda España, millones de ciudadanos están entregando su Declaración de la Renta. En tal labor, marcada por el esmero a la hora de revisar la corrección de todo tipo de datos, salvo que una lectura rápida lleve al despiste, hay una decisión muy importante a tomar: marcar o no la X a favor de la Iglesia católica (y la de Fines Sociales, que desde la Conferencia Episcopal se anima a signar).
Algo que, puede pensarse, harán en su mayoría quienes se sientan vinculados a la fe y, por el contrario, desecharán los que tienen claro que no sienten ningún apego hacia la Iglesia. Aunque hay una tercera opción: personas que, sin declararse creyentes ni tener un especial sentimiento hacia la institución que encarna el testimonio de Jesús de Nazaret, marcan en su Declaración de la Renta la casilla eclesial por valorar la importante acción social desempeñada en nuestro país.
Es el caso de David Sánchez González, que atiende a Vida Nueva nada más salir de Hacienda. Se define como “no católico, y menos practicante”, aunque señala que la espiritualidad no le deja indiferente y le plantea “dudas”. De ahí que, “como llevo haciendo desde la primera vez que presenté la declaración, he marcado la X de la Iglesia, pues reconozco que la entidad hace cosas buenas y creo que es un dinero que se empleará en obras realmente importantes”.
Apoyo total a Cáritas
También apoya a la Iglesia en su declaración Santiago González Álvarez, oficial de Marina Mercante jubilado, quien reivindica que, “si no existiera Cáritas, el país se desmoronaría”. Bautizado católico, no es “muy practicante”. Él se muestra “crítico” y reconoce “la infinidad de problemas que tiene la Iglesia”, pero “sin perder de vista lo esencial: la labor eclesial en la sociedad, que es muy importante. Por eso nunca dudo en marcar la X”.
También nos encontramos a las puertas de Hacienda con el joven Roberto Acón Segura, arquitecto del estudio Mag-Mad, que se declara “en camino”. Y es que, “cada vez valoro más la presencia social de la Iglesia y me estoy planteando volver”. El caso es que “mi familia es de tradición católica, he estudiado en el Colegio del Buen Consejo, de los agustinos. Se puede decir que fui practicante hasta los 19 años. Con todo, “valoro mucho la misión social de la Iglesia”. De ahí que “me plantee apoyar a la institución con mis impuestos”.
Un caso diferente es el del arquitecto Miguel Ángel Buendía, que, si bien asegura que es “católico por tradición y muy respetuoso con la Iglesia”, recalca que “no soy practicante ni vivo la fe en mi día a día”. Así, cuando cuenta orgulloso que marca la X de la Iglesia, lo dice porque “sé que es palpable que ayuda a mucha gente. Y lo compruebo de un modo directo, pues soy socio de Manos Unidas, echo una mano en Cáritas y colaboro con una monja que es misionera en Zimbabwe”.
El ejemplo de la vida consagrada
Mariel Morey, médico en el Servicio de Prevención de Madrid, asegura que “no he olvidado lo vivido en mi país, República Dominicana, pese a que lleve ya 15 años en España. Aunque no soy practicante, allí pude ver lo que hacen muchas religiosas en los barrios más pobres, enseñando a leer a niños que no lo habrían hecho de no ser por ellas o instruyéndoles en trabajos manuales que les van a ser muy útiles a lo largo de su vida. Por todo ello, siempre marco la X de la Iglesia”.
Lo mismo hace su compañera en el centro médico, la enfermera Verónica González: “No soy nada católica ni practicante, pero sé perfectamente que la Iglesia ayuda a mucha gente a pagar la luz, el agua, el gas o la comida. Por eso marco su casilla junto a la de Fines Sociales, pues no diferencio entre quienes ayudan a los demás, sin importarme su signo”. Así, ni siquiera la crisis que padece la Iglesia con los abusos sexuales a menores menoscaba su compromiso: “Nunca se puede responsabilizar a toda una institución”.
La madrileña Vanesa Rodríguez indica que “me considero una persona creyente, aunque no demasiado practicante”. Donde no tiene dudas es a la hora de hacer la Declaración de la Renta: “Cada año marco la opción a favor del 0,7 % destinado a la Iglesia porque, gracias a esa pequeña aportación que no nos descuentan a nosotros, como la mayoría de personas cree, pienso que se puede ayudar en grandes obras sociales en las que participa la Iglesia”.
Desde San Sebastián, Ainara Apiñaniz cuenta que “soy una de las miles de personas que optan por marcar la X de la Iglesia. No me considero practicante, pero sí creyente, aunque esto último no es lo que hace que me decante por esta opción”. Y es que apuesta por apoyar a la Iglesia pese a estar en desacuerdo en muchas cosas con la institución: “No estoy de acuerdo con este Papa”.