Motivos

José María Rodríguez Olaizola(José Mª Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)

“Hoy quiero recordar, con orgullo, la vida de seis compañeros jesuitas y dos mujeres que trabajaban en su comunidad, y fueron asesinados hace ahora veinte años. Ese orgullo no quiere ser prepotencia o soberbia, sino, más bien, admiración y alegría. Es el orgullo de sentirse parte de una Iglesia en la que tantos hombres y mujeres siguen dándolo todo”

A veces uno se siente mediocre en un mundo mediocre, y decepcionado en una Iglesia que aparece muy gris. Frente a la pasión del Evangelio y el Reino de Dios, frente a la lógica fascinante de las bienaventuranzas, frente al grito de un Dios hecho hombre pobre y humilde se levantan nuevas torres de Babel, personales e institucionales. Y la vida se achata un poco, y las rencillas, las preocupaciones, los politiqueos, las inercias o las descalificaciones, todo eso va limando la ilusión.

Pero luego, otras veces, te sientes fascinado al ver cómo las semillas de la Verdad emergen. Te sientes lleno al intuir que la Vida, pese a todo, se impone. Y que el Amor fecundo, especialmente por los desamados, encuentra cauces para cantar, con fuerza incontenible, un Evangelio necesario.

Hoy quiero recordar, con orgullo, la vida de seis compañeros jesuitas y dos mujeres que trabajaban en su comunidad, y fueron asesinados hace ahora veinte años. Ese orgullo no quiere ser prepotencia o soberbia, sino, más bien, admiración y alegría. Es el orgullo de sentirse parte de una Iglesia en la que tantos hombres y mujeres siguen dándolo todo, a veces de forma trágica, y otras veces de forma callada, por amor. Es la conciencia de que hay en nuestra historia muchos maestros que nos enseñan, con su testimonio, a vivir desde la coherencia, desde la honestidad y desde la opción por los más débiles, aceptando el conflicto que ello pueda acarrear.

La mayoría de las veces no todo es maravilloso ni todo es decepcionante. La realidad, compleja y llena de matices, tiene su cara y su cruz, su pasión y su flojera, motivos para el orgullo y otros para la vergüenza. Pero hoy, por las vidas que nos recuerdan que es posible creer, sólo cabe dar las gracias.

jmolaizola@vidanueva.es

En el nº 2.683 de Vida Nueva.

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