“Los estudiantes de teología deben ser educados en diálogo con el judaísmo y el islamismo para comprender las raíces y diferencias comunes de nuestras identidades religiosas y así contribuir de manera más efectiva a construir una sociedad que valora la diversidad y fomenta el respeto, la fraternidad y la convivencia pacífica”. Así lo ha expresado el papa Francisco hoy en su discurso en la Facultad de Teología del Sur de Italia (Nápoles), con motivo del congreso ‘Teología después de Veritatis gaudium en el contexto del Mediterráneo”.
El Papa salía hoy temprano de Roma rumbo al sur del país para este breve viaje que le llevará de vuelta a las 15:00 horas, tras comer con los jesuitas de la provincia. Durante su discurso, ha incidido en en diálogo con ambos credos. “Con los musulmanes estamos llamados a dialogar para construir el futuro de nuestras sociedades y nuestras ciudades; estamos llamados a considerarlos socios para construir una coexistencia pacífica, incluso cuando ocurren episodios perpetrados por grupos fanáticos que son enemigos del diálogo, como la tragedia de la Pascua pasada en Sri Lanka”, ha indicado.
En el mismo sentido, ha añadido: “Formar a los estudiantes para dialogar con los judíos implica educarlos en el conocimiento de su cultura, su forma de pensar, su idioma, para comprender mejor y vivir nuestra relación a nivel religioso”. Y es que “en las facultades de teología y en las universidades eclesiásticas se deben fomentar los cursos en lengua y cultura árabe y hebrea, así como el entendimiento mutuo entre estudiantes cristianos, judíos y musulmanes”.
Hacer teología es “un acto de misericordia”
Para leer el Mediterráneo hoy, no es posible hacerlo “de manera realista” si no está “en diálogo y como un puente (histórico, geográfico, humano) entre Europa, África y Asia”. Porque “es un espacio en el que la ausencia de paz ha producido múltiples desequilibrios regionales y mundiales, y cuya pacificación, a través de la práctica del diálogo, podría contribuir en gran medida a iniciar procesos de reconciliación y paz”.
Por otro lado, ha afirmado que “una teología de la hospitalidad necesita teólogos que saben trabajar juntos y de forma interdisciplinar, superando el individualismo en el trabajo intelectual”. “Necesitamos teólogos (hombres y mujeres, presbíteros, laicos y religiosos) que –ha proseguido–, en un profundo arraigo histórico y eclesial y, al mismo tiempo, abiertos a las inagotables innovaciones del Espíritu, sepan cómo escapar de la lógica autorreferencial, competitiva y, de hecho, cegadora que a menudo también existe en nuestras instituciones académicas”.
Y ha continuado refiriéndose a los teólogos. “Es importante que los teólogos sean hombres y mujeres compasivos, tocados por la vida oprimida de muchos, por la esclavitud de hoy, por las heridas sociales, por la violencia, por las guerras y las enormes injusticias sufridas por tantos pobres que viven en las orillas de este mar común”. Y es que “sin comunión y sin compasión, alimentada constantemente por la oración, la teología no solo pierde el alma, sino que pierde la inteligencia y la capacidad de interpretar la realidad de una manera cristiana. Porque incluso hacer teología es un acto de misericordia”.
Antes de concluir, Francisco ha recordado que “el Mediterráneo es precisamente el mar del mestizaje, un mar cerrado geográficamente con respecto a los océanos, pero culturalmente siempre abierto al encuentro, al diálogo y la inculturación mutua”.