Somos una comunidad de carmelitas descalzas, fundadas por santa Teresa de Jesús, mujer con una visión de la realidad histórica fuera de lo común, que supo intuir y llevar a la práctica un estilo de vida en el que se conjugara la fraternidad, la oración, la formación y el trabajo. Propició que sus comunidades tuvieran lo necesario para el sustento y no dependieran de personas que les restaran libertad para vivir acordes al carisma que plasmó en su nueva familia.
Vivimos nuestra consagración unidas al mundo del trabajo que, en nuestro caso, se concreta en la elaboración de formas para la Eucaristía. Disponemos de un taller con maquinaria específica en el que trabajan la mayoría de hermanas a lo largo de la mañana. El resto de hermanas nos dedicamos a las diversas tareas que conlleva el mantenimiento de una casa, así como la atención y cuidado de las enfermas.
Hace unos años, vivimos un apreciable descenso en la venta y distribución de formas, debido a la entrada del extranjero (Polonia e Italia sobre todo) de formas producidas industrialmente. Y pese a que nosotras elaboramos cerca de 25.000 al día, no podemos situarnos al nivel de grandes empresas que las fabrican con fines comerciales y no como medio de subsistencia, como es nuestro caso y el de otras hermanas contemplativas que también realizan el mismo trabajo. Hicimos un llamamiento a los sacerdotes de nuestra diócesis y de todas las demás, quienes respondieron con gran generosidad.
Un aspecto quizás desconocido por muchas personas es el hecho de que somos trabajadoras autónomas que cotizamos a la Seguridad Social cada una de las que nos encontramos en edad laboral. Y no disponemos de ninguna subvención de institución pública o religiosa. Este dato suele sorprender cuando se nos pregunta por nuestra vida, pues muchas personas piensan que recibimos ayudas por parte de la Iglesia o de otros organismos y que incluso cobramos algún tipo de salario.
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