Puntual a las 12:00 horas, un domingo más, el papa Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico para recitar el ángelus ante los miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Recordando el evangelio de hoy, en el que el evangelista Lucas narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María, el Pontífice ha recordado que “la sabiduría del corazón reside en saber combinar la contemplación y la acción”.
Jorge Mario Bergoglio ha insistido en que Marta y María “nos muestran el camino”. “Si queremos disfrutar de la vida con alegría, debemos asociar estas dos actitudes: por un lado, el estar de pie a los pies de Jesús, escucharlo mientras nos revela el secreto de todo; por otro lado, estar atentos y preparados para la hospitalidad, cuando Él pase y llame a nuestra puerta, con la cara de un amigo que necesita un momento de refrigerio y fraternidad”.
En referencia a María, Bergoglio ha instado a los fieles a que, como en ella, “no debe haber ninguna ocupación o preocupación que pueda alejarnos del Maestro Divino”.
Buscar espacio para el silencio
Continuando su alocución sobre la contemplación, Francisco ha animado a los peregrinos a “tomar un descanso durante el día para estar en silencio y dejar espacio para el Señor y encontrar el coraje para luego regresar, con más serenidad y eficacia, a las tareas cotidianas”. Tomando las palabras de Jesús, ha añadido: “No se dejen llevar por las cosas del hacer; escuchen primero la voz del Señor, para que todo funcione bien”.
Hablando sobre Marta, la otra hermana de Lázaro, el Papa ha recordado cómo Jesús le dice: “Marta, Marta, estás preocupada y agitada por muchas cosas”. “Con estas palabras –ha continuado–, ciertamente no pretende condenar la actitud de servicio, sino la ansiedad con la que a veces se experimenta”.
Por otro lado, ha comentado que también “compartimos la preocupación de Santa Marta y, en su ejemplo, nos proponemos asegurarnos de que, en nuestras familias y en nuestras comunidades, vivamos el sentido de aceptación, de la fraternidad, para que todos puedan sentirse como en casa, especialmente los pequeños y los pobres”.
Al concluir la oración mariana, Francisco ha recordado la efeméride de ayer, cuando se cumplían 50 años desde que el hombre pisó la luna, “realizando un sueño extraordinario”. “Que la memoria de ese gran paso para la humanidad encienda el deseo de progresar juntos hacia metas aún mayores: más dignidad para los débiles, más justicia entre los pueblos, más futuro para nuestra casa común”, ha señalado antes de despedirse, no sin antes pedir que recen por él.