“He vivido un momento sorprendente y nuevo, que está resultando ser como una segunda luna de miel ministerial”. Raúl Berzosa acaba de poner punto y final a un período que comenzó el 15 de junio de 2018, cuando se anunció el bombazo de que el papa Francisco le había concedido un período de tiempo de reflexión, y que concluyó el pasado 17 de julio.
En medio, seis meses de retiro contemplativo en un monasterio benedictino del sur de Francia, un mes de ejercicios espirituales con los jesuitas en Roma y, finalmente, seis meses de inmersión pastoral en una parroquia de Bogotá, de donde ha venido admirado por el plan de evangelización puesto en marcha por el cardenal arzobispo de la capital colombiana, Rubén Salazar.
“Me siento en buenas manos”
“Estoy muy contento, porque me siento en muy buenas manos”, señala a Vida Nueva desde su refugio vacacional en España, al lado de su familia, a la espera de que la Santa Sede decida sus próximos pasos.
Ahora pasea tranquilamente por las afueras del pueblo castellano, cuando justamente hace un año entraba en la tranquilidad benedictina de la abadía francesa de En Calcat para empezar a poner en orden lo que le estaba pasando, el llamado “caso Berzosa”, motivado por una serie de denuncias –que se demostraron falsas– que hablaban de un “comportamiento inmoral” y malversación de los fondos diocesanos.
Vivir como un resucitado
En compañía de una cincuentena de monjes, Berzosa vio pasar casi todo el verano y el otoño consagrado a vivir según regla de san Benito, y “reafirmando” su dimensión contemplativa, aquella que le tentó, con 18 años, a marcharse a la Trapa.
A las seis de la mañana, en pie, a las 21:30 horas, el gran silencio. En medio, oración, estudio, reflexión, trabajo, vida fraterna y acompañamiento en un monasterio construido en 1890 en las faldas de la Montagne Noire, al norte de Carcassonne. “Me sirvió para redescubrir el valor de la comunidad contemplativa y también para redimensionar toda la visión de mi vida desde la resurrección, que he plasmado en un libro: ‘Déjate sorprender por tu Dios y por los hermanos. El arte de vivir como resucitados’”.