¿Es la Biblia la lengua materna de nuestro mundo?


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Los próximos 16 al 18 de octubre tendrá lugar un simposio organizado por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra con el título ‘La Biblia, lengua materna del mundo actual’. El objetivo del simposio es analizar el influjo que la Escritura tiene en la cultura y la sociedad actuales.

Debo confesar que mi opinión al respecto se encuentra dividida, porque es cierto que en ocasiones el influjo –consciente o inconsciente– resulta evidente; pero otras veces no lo tengo tan claro. Como en la siguiente anécdota que me ocurrió hace unos pocos días.

Estaba yo en un supermercado y, cuando me disponía a pagar los artículos que llevaba, el muchacho de la caja me dijo: “6 con 66 euros”. Ante esa cantidad, y pretendiendo “humanizar” la relación cliente-cajero, le contesté: “Qué chungo, ¿no?”. El joven masculló algo que no logré entender bien, aunque no hacía falta, ya que su cara de póker lo decía todo: era evidente que no había captado mi referencia al apocalíptico “666”.

666

Y es extraño, porque ese es uno de los –¿pocos?– elementos que han desbordado el texto bíblico para saltar al cine, que es un poderosísimo transmisor de “cultura” o “pensamiento”. ¿En cuántas películas no habrá salido la cifra en cuestión, empezando por la famosa ‘La profecía’ (Richard Donner, 1976), que me parece que fue la primera en sacarla?

Lo que dice el libro bíblico es: “El que tenga inteligencia, cuente la cifra de la bestia, pues es cifra humana. Y su cifra es seiscientos sesenta y seis” (Ap 13,18). Aunque esa “bestia” caracterizada como “humana” no es otra que el emperador de Roma, muy probablemente Nerón. Según muchos autores, estaríamos ante un caso de gematría, según el cual el valor numérico de la expresión “Nerón César” en hebreo es justamente 666. Según otros, ese 666 habría que leerlo como tres veces 6, y 6 es el símbolo de la imperfección (porque no llega a 7, número perfecto). Así, tres veces 6 equivaldría a la imperfección absoluta (= lo que se opone a Dios y a su Cristo). En todo caso, lo críptico de la alusión se explicaría perfectamente por el propio género apocalíptico.