¿Es legítimo festejar la abundancia derrochando?


Compartir

No es infrecuente que en algunas fiestas populares se derrochen alimentos. Así, el último miércoles de agosto, en Buñol (Valencia), se celebra la Tomatina, en la que se tiran miles de kilos de tomate. O la fiesta de los “Enfarinats” de Ibi (Alicante), donde el 28 de diciembre se utilizan toneladas de harina y cientos de docenas de huevos como arma arrojadiza. O la batalla del vino en Haro (La Rioja), el 29 de junio, con miles de litros de vino que tiñen de rojo a todos los asistentes.



Con todo el respeto por esas y otras fiestas, algunas de ellas declaradas de interés turístico nacional, a mí no me parece bien que se utilicen los alimentos derrochándolos de esa manera, ni siquiera teniendo en cuenta que quizá alguna de esas fiestas probablemente naciera por una abundancia de producto.

Tomatina

Pero, aunque no me guste, no puedo dejar de reconocer en estas manifestaciones una idea arraigada muy hondamente, que consiste en alegrarse y festejar la fecundidad de la tierra. Esa idea la encontramos ya en el mundo antiguo. Por ejemplo, en Roma existía la idea de que el emperador traería a la tierra una verdadera Edad de Oro en la que, entre otras cosas, la tierra daría fruto por sí misma, sin necesidad de trabajo humano. Así, dice Virgilio en el Égloga IV: “Por sí, las cabras con las ubres llenas volverán al redil […] verás los campos poco a poco enrubiarse con espigas, y en uvas tintas frutecer las zarzas, y aljofarada miel sudar los robles […] No se ha de hundir la azada ya en los campos ni en las vides la hoz”.

Algo parecido cabría decir de la Biblia, donde la “tierra prometida”, don de Dios, se presenta de la siguiente manera: “Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta saciarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado” (Dt 8,7-10).