La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE ha publicado unas orientaciones sobre la oración cristiana en pleno resurgir de la espiritualidad como un objeto más de ocio y consumo. De ahí, las pertinentes advertencias de los obispos españoles para no confundirla con una mera técnica de autoayuda, dejarse atrapar por la metodología del budismo zen, reducirla a ‘mindfulness’ o caer en un relativismo religioso disfrazado de pluralismo.
En cualquier caso, el auge de estas prácticas pone de manifiesto que hay una gran sed interior en la sociedad, y la Iglesia no está siendo cauce. Es ahí donde se plantea un ingente desafío pastoral para hacer ver al hombre y la mujer de hoy que solo Jesús tiene la respuesta a todas esas preguntas que subyacen en sus corazones inquietos. Partiendo de la riqueza, diversidad y tradición contemplativa eclesial, urge propiciar una pedagogía en salida de la oración que facilite el verdadero encuentro con Dios. De lo contrario, los sedientos continuarán bebiendo del manantial que encuentren a mano y les convenza en una primera cata de sabor. Aunque no tenga denominación de origen, sello de calidad ni certificado de autenticidad, como sí tiene la oración cristiana.