¿Por qué nos importa tanto la felicidad?


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El 5 de septiembre, el portal 20minutos.es se hacía eco de un informe –el Informe Ipsos Global Advisor on Global Happiness 2019– en el que se presentaba a los españoles como los europeos más infelices: solo el 46 % afirmaba ser feliz. Es más, de los 28 países que participaron en el estudio, solo los argentinos declaraban ser más infelices, con solo el 34 % de personas felices.



“Según esta encuesta –dice la noticia–, tener salud y bienestar físico (58 %), los hijos (51 %) y las relaciones sentimentales (48 %) son los aspectos de la vida que más satisfacción generan en los españoles, que también se sienten felices con su seguridad personal (45 %) y con saber que su vida tiene sentido (42 %)”.

En la Biblia hay un libro que tiene relación con este asunto: el ‘Eclesiastés’ o ‘Qohélet’. Este libro bíblico tiene muy mala prensa, ya que ha sido presentado como contradictorio, pesimista, escéptico, determinista, cínico, nihilista, epicúreo, incluso agnóstico. Sin embargo, como dijo José Vílchez en su comentario al libro, “hemos de dar gracias a Dios por encontrar entre los libros sagrados uno que tan poco lo parece”.

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En efecto, aunque en ‘Eclesiastés’ se insiste en que toda la vida humana es “vanidad y caza de viento” (1,14), también se dice: “Anda, come tu pan con alegría y bebe contento tu vino, porque Dios ya ha aceptado tus obras. Lleva siempre vestidos blancos, y no falte el perfume en tu cabeza; disfruta de la vida con la mujer que amas, mientras dure esta vana existencia que te ha sido concedida bajo el sol. Esa es tu parte en la vida y en los afanes con que te afanas bajo el sol” (9,7-9).

No en vano este libro es la lectura litúrgica que se hace en el judaísmo en la fiesta de los Tabernáculos (o de las Tiendas o Chozas), en el séptimo mes (entre septiembre y octubre). Aunque pasó a celebrar la marcha por el desierto del pueblo que había salido de Egipto, con la compañía y la cercanía de Dios, el origen de la fiesta es agrícola, y celebra la cosecha de otoño, la vendimia y la recolección de la aceituna. De ahí la alegría de la fiesta.

Sin duda, ‘Qohélet’ coincidiría en que el secreto de la felicidad –el sentido de la vida– estriba en aceptar la realidad como es, con sus luces y sus sombras, y disfrutar –honradamente–de lo que nos ofrece.