Herta Müller

Baltazar Porras(+ Baltazar Enrique Porras Cardozo– Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y arzobispo de Mérida, Venezuela)

“Las dictaduras euroorientales colapsaron, implosionaron, no explotaron. En parte, reventaron por el delirio de afinar la represión que había en un sector creciente de la sociedad no productivo, que sólo vigilaba, que generaba persecución y temor”

El Nobel de Literatura a esta mujer rumana de origen, que escribe en perfecto alemán, lleva consigo la pesada carga de haber sido exiliada por pensar y decirlo, en contra de la dictadura de Ceaucescu. Sus obras reflejan la vida cotidiana bajo los regímenes totalitarios.

En una refrescante entrevista, asoma su mundo interior, que no puede ser otro que el de su pueblo. La literatura es –dice– un espejo de la cotidianidad y, por ende, de la política. Sólo se puede escribir literatura a partir de lo vivido, de la experiencia. En las dictaduras todo está muy desnudo, uno ve lo que no debe ver o en otra sociedad no está a la vista con tanta nitidez. Sobre todo en negativo: apenas has escrito algo y ya viene la policía secreta. Es el miedo de los aparatos represivos frente a la literatura, y la urgencia con que se leen los libros. Bajo las dictaduras, las fronteras de la persona son trazadas intencionalmente y vigiladas por los aparatos represivos.

La función de esas fronteras es dañar a las personas, destruirlas psíquicamente, hacerlas dependientes del miedo, domarlas… Pero las dictaduras euroorientales colapsaron, implosionaron, no explotaron. En parte, reventaron por el delirio de afinar la represión que había en un sector creciente de la sociedad no productivo, que sólo vigilaba, que generaba persecución y temor. La única labor productiva que merecía la pena era fabricar miedo. A la postre, los soviéticos no disolvieron su imperio por altruismo o bondad, sino porque ya no había modo de solventarlo.

Bajo las dictaduras de Europa oriental, la pobreza servía a la opresión, como la policía secreta, el ejército o el partido. La utopía es propensa a los totalitarismos. Al acudir a sus obras La piel del zorro o La bestia del corazón, veremos en aquellas lejanas tierras polvos que emigran hasta nuestros predios.

En el nº 2.685 de Vida Nueva.

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