Un 7 de octubre más, y van cinco, las organizaciones que promueven la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (Cáritas, CONFER, HOAC, JEC, JOC y Justicia y Paz) convocan, alrededor de esta fecha, diversos actos en las diócesis del país para sumarse a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente y hacer visible la indecente precariedad que sufre el mundo del trabajo.
La precariedad en las condiciones laborales tiene un gran impacto en la vida de las personas, en sus proyectos individuales y familiares, y en la cohesión social. Las personas jóvenes, a duras penas, pueden plantearse sus proyectos de futuro; las mayores de 50 años expulsadas del empleo, no pueden aportar su experiencia; las familias a las que se les dificulta ocuparse de la crianza y los cuidados, experimenta importantes tensiones; las personas migrantes reciben desconfianza y viven en permanente inestabilidad; las mujeres cargan con dobles jornadas minusvaloradas.
La rotación en el empleo cada vez es mayor, sobre todo, tras última y lesiva reforma laboral. No es extraño que la mitad de las familias españolas, con una persona con empleo, no tengan “una situación de integración plena”, dada “la intermitencia y precariedad” del empleo, según FOESSA. Pero es que trabajar, no vacuna contra la vulnerabilidad: millones de personas se encuentran “en situación de exclusión” y decenas de ellas en “pobreza severa”. Sin trabajo digno, no se puede hablar de una sociedad decente, ni “podrá cumplirse el primer objetivo de la Agenda para el Desarrollo Sostenible. Efectivamente, el crecimiento económico por sí solo no será suficiente para erradicar la pobreza”.
Trabajo decente, prioridad humana y cristiana
De ahí que esta convocatoria sigue teniendo plena vigencia hoy. El trabajo decente es “una prioridad humana y cristiana”, dice el papa Francisco. Una prioridad compartida por el movimiento sindical mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos que promueven y convocan también a esta cita. Coincide, además, con el inicio del Sínodo especial para la Amazonía, del que se esperan importantes conclusiones y compromisos, como la defensa de unas condiciones laborales dignas para quienes se ven sometidos, bajo escandalosas condiciones de explotación, a prácticas productivas incompatibles con la dignidad humana y la sostenibilidad medioambiental.
Iglesia en salida
No puede haber trabajo decente si no hay una sociedad decente y no habrá sociedad decente si no hay mujeres y hombres que peleen y comprometan su vida, para que este objetivo de justicia pueda ser una realidad. En este compromiso, en esta lucha por la dignidad del trabajo, crecemos como personas y como comunidad… Queremos ser testimonio de una Iglesia en salida que toma la iniciativa y apuesta por unir esfuerzos y compromisos, para llevar adelante esta tarea. Alentamos a toda la Iglesia, a las parroquias, a las comunidades, a los movimientos y grupos y a todas las personas de buena voluntad a celebrar y reivindicar juntos esta jornada. “Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria. Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca”. ‘Evangelii gaudium’, 279