¿Dice la Biblia algo de Halloween?


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Ya ha llegado. Un año más veremos por las calles a gente disfrazada de zombi o de bruja y en fiestas en las que el miedo –verdadero o ridiculizado– formará parte sustancial de ellas. Un año más contemplaremos a los muertos o a los espíritus –es un decir– regresar del más allá para pasar una noche con los vivos.

Halloween ha cobrado mucho auge en los últimos tiempos. Al menos el Halloween que procede de Estados Unidos, una vez reciclado después de haber viajado allí con los emigrantes irlandeses. Esa fiesta, según parece, era una cristianización de una antigua fiesta celta –el Samhain– que celebraba el fin de la cosecha y la preparación del tiempo de oscuridad. Se consideraba que, en esa fiesta, los espíritus regresaban a la tierra esperando el homenaje de los vivos.

¿Habla la Biblia de Halloween? Obviamente, como tal, no. Pero en el Antiguo Testamento encontramos un episodio que tiene una cierta semejanza. Me refiero al texto de la pitonisa de Endor (1 Sam 28). En él, el rey Saúl, antes de entablar batalla con los filisteos, cae en la tentación de consultar a una nigromante para saber qué debe hacer, violando así la ley que prohibía consultar a los muertos (Dt 18,11).

halloween

La nigromante, en efecto, invoca a los muertos y aparece el profeta Samuel, que sube desde el sheol, el lugar de los muertos. Durante mucho tiempo, en Israel se pensó que los muertos llevaban una “vida” miserable en un lugar bajo tierra generalmente imaginado como polvoriento, oscuro y frío, puesto que estaba alejado de la luz del sol. Allí terminaban bajando todos los seres humanos, independientemente del comportamiento que hubieran tenido en la vida. Con el tiempo, se abrió paso la idea de que Dios no podía dejar abandonados en la muerte a sus fieles. Así acabó surgiendo –bastante tardíamente, por cierto– la idea de la resurrección como modo de imaginar una vida después de la muerte (y así, de paso, poder pensar en una retribución justa correspondiente a la bondad o maldad de los actos realizados en vida).

Así pues, podríamos decir que algo de Halloween –al menos del Halloween celta y, en parte, del actual en el mundo entero– hay en la Biblia.