Paradójicamente la noche cayó casi de repente sobre Bangkok cuando a las 6 de la tarde Francisco hizo su entrada en el estadio Rajamangala entre salvas de aclamaciones y un incesante agitar de banderitas vaticanas y tailandesas. Construido en 1998 para albergar los Juegos Asiáticos, este singular edificio ha vivido hoy una de las jornadas más excepcionales de su historia. Ni un solo asiento –de los 65.000 de que dispone– ha quedado vacío; la enorme masa, si se tiene en cuenta que los católicos en este país no llegan a los 400.000, la componían también fieles procedentes de los limítrofes Laos, Camboya y Myanmar así como también de Vietnam; incluso hemos podido divisar varias banderas chinas.
El altar, situado en el centro del terreno de juego, evocaba las tradicionales arcadas de la arquitectura thai y era perfectamente visible desde todos los ángulos del estadio gracias a uno de los más eficientes sistemas de iluminación de todo el sureste asiático. El Papa, con evidentes signos de fatiga, ha celebrado la Eucaristía en inglés pero ha predicado su homilía en español, traducida párrafo tras párrafo en la lengua vernácula.
Recuerdo a los descartados
Después de evocar los 350 años de la creación del Vicariato Apostólico de Siam (1669- 2019) se ha referido con un lenguaje más vivo que el utilizado en su primer discurso ante el primer ministro y las autoridades a algunos de los dramas presentes en la sociedad tailandesa: la prostitución y la trata de niños, niñas y mujeres, jóvenes esclavos de la droga, migrantes despojados de su hogar y familias, todos los que pueden sentirse olvidados, huérfanos, abandonados, pescadores explotados, mendigos ignorados…
En la jornada de mañana viernes, el Pontífice romano visitará el santuario del beato Nicolas Bunkerd, primer sacerdote mártir de Tailandia, a 34 kilómetros de distancia de la capital. Allí se encontrara con los sacerdotes, religiosos/as, seminaristas y catequistas; más tarde se reunirá con los obispos y la Federación de Conferencias Episcopales asiáticas y mantendrá, como es habitual, un encuentro con los miembros de la Compañía de Jesús. La tarde la comenzará reuniéndose con los líderes de las 18 religiones y confesiones cristianas presentes en el país y la concluirá celebrando la Santa Misa con los jóvenes en la imponente Catedral de la Asunción. El sábado volará desde Bangkok a Tokio.