Sevilla se encuentra inmersa de lleno en la celebración del 400 aniversario de su gran devoción. El Señor del Gran Poder ya ha comenzado a conmemorar el cuarto centenario de su hechura en 1620. Su Basílica de la plaza de San Lorenzo es, desde el pasado sábado 23 de noviembre, templo jubilar. Desde entonces, miles de sevillanos llevan acudiendo a las plantas de la imagen barroca que para Sevilla es su Señor. Por este motivo, su Hermandad ha previsto un amplio programa de eventos para el Año Jubilar concedido por la Santa Sede.
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
- PROMOCIÓN: Suscríbete a Vida Nueva hoy
La imagen que tallara Juan de Mesa en pleno barroco traspasa los límites temporales y geográficos. En el segundo milenio, su devoción sigue viva cada día, a cada hora, en cualquier lugar –de Sevilla y del mundo–, más allá de la Semana Santa. Para el sevillano no importa que sea lunes de diciembre o Viernes Santo; todos son los días del Gran Poder.
En la víspera de la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, abrió la puerta santa del Año Jubilar que conducirá a los fieles devotos a postrarse ante Jesús del Gran Poder. Asenjo hizo hincapié en este aspecto: “No postrarse más que ante este Rey, pues ningún otro llenará nuestra vida”.
El Señor del Gran Poder, en las periferias
El rostro del Señor preside las camas de los hospitales; su figura está grabada en las lápidas del cementerio; su fotografía está enmarcada en las casas de Sevilla, especialmente en las barriadas más desfavorecidas. Hasta allí acudirá el Gran Poder en el acto principal de este Año Jubilar. La Hermandad llevará la centenaria imagen a las periferias, a Tres Barrios-Amate, el barrio más pobre de España. El traslado será el 17 de octubre de 2020. El Señor permanecerá tres semanas en tres parroquias de la zona, junto a los vecinos que tanto le rezan. Abandonará su retablo dorado para estar junto a la gente que necesita su fuerza para afrontar su dura realidad.
A su vuelta, será trasladado en primer lugar hasta la Catedral de Sevilla. Posteriormente, tras presidir la eucaristía en la Seo, volverá a su Basílica sobre el paso en el que procesiona en la Madrugada del Viernes Santo. El traslado desde el corazón de la ciudad al Barrio de San Lorenzo dejará imágenes históricas, como en 2016 cuando regresó a su Basílica la mañana de un domingo de noviembre tras presidir el Jubileo del Año de la Misericordia.
En este año, los nombres de muchos de los devotos del Gran Poder quedarán para siempre ligados con el portentoso nazareno de Juan de Mesa. Dentro del programa del cuarto centenario se incluye en enero del próximo año la presentación de la nueva túnica bordada, que rescata el dibujo de una pieza desaparecida en el siglo XVIII y que contiene en su interior el nombre de más de 2.000 personas que han sufragado su realización.
Del barroco sevillano a 2020
Dentro de los actos culturales que conforman el programa de eventos, destaca la exposición ‘Juan de Mesa te esculpió, Sevilla te hizo su Señor’ que recogerá los 400 años de devoción al Gran Poder. La muestra realizará un recorrido por sus cuatro siglos de historia, desde que en 1620 la entonces Cofradía del Poder y Traspaso de Nuestra Señora y Honra de San Juan Bautista recibió la imagen de manos del imaginero sevillano que soñó al mismo Jesús y lo plasmó en la madera.
En estos cuatrocientos años, han sido centenares de personajes ilustres los que, de una manera o de otra, se han acercado al Señor: reyes, duques, nobles del barroco sevillano… Sin embargo, hay dos figuras claves sin las que sería imposible entender el Gran Poder: el Beato Fray Diego de Cádiz y el Beato Marcelo Spínola. El primero, por divulgar la devoción al Señor con la novena que le dedicó en 1799. El segundo, por propiciar la concordia entre la Hermandad del Gran Poder y la de la Macarena, enfrentadas a inicio del siglo XX.
La devoción de los fieles ha hecho del Gran Poder el Señor de Sevilla. Por eso, toda la ciudad se volcará ahora en la celebración del cuarto centenario de la imagen de Jesús que, como escribió Carlos Colón Perales, encarna todo lo divino que tiene el hombre y todo lo humano que tiene Dios.