El Papa ha unido hoy, 13 de diciembre, dos ocasiones especiales: la celebración de su 50 aniversario como sacerdote y la presentación de los ‘Escritos’ del jesuita Ángel Fiorito, su formador y padre espiritual, que han sido editados y publicados en 5 volúmenes por La Civiltà Cattolica y de cuyo prólogo se ha encargado el propio Francisco. “Motivo de consuelo para nosotros sus discípulos… son escritos que harán mucho bien a toda la Iglesia, estoy convencido de ello”, afirma el Papa en el texto.
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Un pensamiento del que ha partido en su discurso de presentación de los ‘Escritos’ en la Curia General de la Compañía de Jesús en Roma, entre jesuitas de todo el mundo y junto a Arturo Sosa, superior de la congregación. En el acto también se encontraba el director de La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, así como el editor de los volúmenes, José Luis Narvaja.
Francisco ha recordado a Fiorito como un “maestro del diálogo”, que “hablaba poco pero tenía una gran capacidad de escucha”, marcada por el “discernimiento”. Pero, además, Fiorito fue el gran “disideologizador” en un contexto en el que Argentina estaba fuertemente marcada por ideologías antagónicas. Además, Jorge Mario Bergoglio se unió a la Compañía de Jesús en 1969, pocos años después del Concilio Vaticano II, un momento en el que también se produce un cambio importante en la Iglesia.
Así, Fiorito eliminó ideologías “despertando la pasión por dialogar bien, con uno mismo, con los demás y con el Señor”, ha señalado el Papa. Pero también enseñó cómo “no dialogar con la tentación, con el Maligno”. “Esto me ha quedado mucho tiempo: no hay diálogo con el diablo. Jesús nunca conversó con el diablo”, ha apuntado, argumentando que “la ideología es siempre un monólogo con una sola idea y Fiorito ayudó a su interlocutor a distinguir dentro de sí las voces del bien y del mal de su propia voz, y esto abrió la mente porque abrió el corazón a Dios y a los demás”.
Las bases del pontificado
Del mismo modo, Francisco ha hecho un recorrido por distintas fechas señaladas en la historia de la Compañía de Jesús a través de sus vivencias con el padre Fiorito. La primera de ellas, 1961, el año en que se convierte en el director espiritual de Bergoglio. “Es a partir de entonces”, ha apuntado Francisco, que “comienza a ganar confianza” con autores que, más adelante, serían fundamentales para él, Rahner en particular. “Esto marca lo que en mi pontificado se refiere al discernimiento y el acompañamiento espiritual”, ha añadido.
Otras fechas fundamentales es 1983, vinculada a los escritos de Fiorito en los que se definen términos como “espiritual” y “espiritualidad”, como “paternidad y maternidad espiritual y lo que conllevan, más allá de las interpretaciones reduccionistas”; así como 2005, año en el que el padre formador de los jesuitas falleció. “Nuestro último encuentro fue un momento inolvidable, porque estaba enfermo y era incapaz de hablar“, ha relatado, “solo me miró intensamente y lloró con lágrimas tranquilas”. Y es que, como ha dicho el Papa, Fiorito “tenía el don de las lágrimas, que es una expresión de consuelo espiritual”.
Maestro de diálogo y discernimiento
Francisco se ha detenido, además, en el título de los ‘Escritos’. ‘Maestro de diálogo’, ya que era “maestro en el sentido jesuita” de la palabra, ya que “no solo transmitió el contenido de las enseñanzas del Señor en su pureza e integridad, sino que se aseguró de que quienes los recibieran se convirtieran en discípulos, seguidores de Jesús, misioneros, libres y apasionados por el anuncio”.
Un “buen maestro” que, además, “siempre buscó los signos de los tiempos” y que siempre estaba “atento a lo que el Espíritu le decía a la Iglesia”. Asimismo, el Papa ha subrayado que los escritos de Fiorito “destilan misericordia espiritual: enseñanzas para los que no saben, buenos consejos para los necesitados, corrección para los que cometen errores, consuelo para los que están tristes y ayudan a preservar la paciencia en la desolación”.
Por otra parte, ha destacado, dentro del carácter de Fiorito, que “te respetaba”, “no exhortaba”, “no tenía celos”, “no juzgaba” y “tenía tanta paciencia”. “Fiorito se parecía a un sabio farmacéutico de almas. Pero fue más que eso, porque no era un confesor. Por supuesto, confesó, pero tenía otro carisma además de ser un ministro de la misericordia del Señor que es común a todos los sacerdotes, el carisma del discernimiento”, ha explicado.