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“No extingáis el Espíritu” (1 Ts 5, 19)


Un libro de Víctor Codina (Sal Terrae, 2008). La recensión es de Pedro Ortega Ulloa.

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“No extingáis el Espíritu” (1 Ts 5, 19). Una iniciación a la Pneumatología

Autor: Víctor Codina

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 248

 

(Pedro Ortega Ulloa) Víctor Codina ha dedicado largo tiempo a pensar sobre el Espíritu de Dios. Hace años escribió una Pneumatología narrativa para contar la experiencia espiritual que sustenta y alienta toda normativa y praxis eclesial verdadera. Sin el Espíritu no puede haber diferencia cristiana.

El jesuita dice encontrarse en un momento de su vivir: “Cuando las sombras se alargan” (Virgilio), “al atardecer de la vida” (san Juan de la Cruz). Este momento vivido por un cristiano es propicio para la “lucidez teológica” y para la “libertad evangélica”. Con esta doble intención dice escribir el libro, que subtitula discretamente Una iniciación a la Pneumatología. O es más que mera iniciación, o sólo podemos hacer esto al hablar del Espíritu.

Codina habla del Espíritu de Jesús desde Cochabamba (Bolivia). Allí experimenta la fe de un pueblo pobre y sencillo que ha puesto su confianza en el Señor. Así lo cuenta en el Epílogo. En la narración del encuentro de esas gentes con Cristo, en la imagen de un santuario, resuena la poesía de Casaldáliga: “El Espíritu/ ha decidido/ administrar/ el octavo sacramento:/ la voz del pueblo”. Y es que lo propio del Espíritu no es hablar por sí mismo, sino por aquéllos que inspira según el pensamiento del Padre y el Hijo.

No extingáis el Espíritu”, es el título del libro, tomado de la exhortación de san Pablo a los Tesalonicenses. No hay ningún capítulo dedicado expresamente a esta cuestión, pero el libro se mueve en la preocupación por el hecho de que podemos apagar el Espíritu. En toda la obra se nota el interés por discernir la presencia del Espíritu para dejarnos mover por Él, para no “entristecerlo” y para no “apagarlo”.

Tarea y novedad

La estructura es clara. Indica, de entrada, que la vida cristiana es acontecimiento vivo del Espíritu. Sin experiencia del Espíritu, cuya iniciación es tarea prioritaria de la pastoral de la Iglesia, no hay fe. La mística es nuestra verdad, aunque no sea nuestra realidad. El olvido teórico y práctico de la Pneumatología indica nuestro miedo a la novedad del Espíritu y a la historia que promueve.

Una ágil presentación del Espíritu en la Biblia lleva a una apretada síntesis de su presencia en el NT. Sin el Espíritu no puede haber presencia de Jesús. Ésta no es mero recuerdo de un pasado. Sin el Espíritu no se da seguimiento de Jesús. Éste no es una opción ética que se abandona ante la imposibilidad de vivirla. Discernir la presencia del Espíritu entre personas y acontecimientos es tarea difícil, pero necesaria.

En los tres capítulos centrales, Codina señala la novedad que la presencia del Espíritu promueve en la persona, la Iglesia y el universo. En la persona sucede un nuevo comienzo, una relación amorosa con Dios y una libertad impensable. Hace una escueta presentación de esas novedades. Pero esto sucede no por una fuerza que posesiona a los creyentes, sino por el “Espíritu”, Dios mismo en nosotros. Pronto se reconoció, desde el propio vivir, que la Iglesia es obra del Espíritu; su presencia en ella se da aun en medio de las limitaciones humanas y pecadoras. Esta parte segunda va presentando los diversos lugares de presencia del Espíritu en la Iglesia. Termina este apartado con un ejercicio de discernimiento, pues se pregunta cómo escuchar y reconocer la presencia del Espíritu en la Iglesia. Al final, en el marco de una pregunta (“¿por qué no se escucha el clamor del Espíritu en la Iglesia?”), recoge las palabras del gran creyente que fue H. de Lubac, quien, reconociendo la paradoja de la Iglesia, dice: “… es nuestra madre porque nos da a Cristo”.

La tercera parte podía haberla titulado “Escuchar al Espíritu en la historia”. ¡Cuánta posibilidad de vida abre el Espíritu y cuán grande es nuestro peligro de apagarlo! Es el mismo Espíritu quien impulsará a escuchar su clamor. Cinco clamores presenta Codina: razón, pobres, diferentes, tierra y escatología. Pero nosotros, gente desarrollada, estamos necesitados de que resuene el clamor de la “conversión”.

El último capítulo comenta la formula de fe que distanció al Oriente y Occidente cristianos. Aún estamos necesitados de la “comunión” que el Espíritu promueve, aún hemos de dejar que aparezca el misterio trinitario del Espíritu.

En el nº 2.686 de Vida Nueva.

Actualizado
11/12/2009 | 08:33
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